07/06/2022
5 DE JUNIO DE 1895: LA LIBERTAD SE CONQUISTA EN EL CAMPO DE BATALLA
Ya en 1825 surgen las primeras montoneras campesinas en la costa ecuatoriana, eran grupos de campesinos que se resistían a los atropellos y abusos de los hacendados y de los representantes del poder republicano. Con el tiempo, estas unidades de montubios armados con machetes, escopetas y montados a caballo, se fueron convirtiendo en los grupos de choque de los liberales en contra de los gamonales conservadores.
El propio desarrollo del comercio y las relaciones capitalistas que se establecieron en la producción agrícola de la costa, determinaron que la naciente burguesía comercial y agroexportadora floreciera en las grandes ciudades costeras como Guayaquil y Portoviejo. En contraposición al lento desarrollo de la hacienda gamonalicia de la sierra, prácticamente estancada desde la colonia, atada al régimen feudal y al poder clerical.
Rápidamente, se extendió la táctica montonera entre el litoral y, los caciques locales, abrazando las ideas liberales que, eran las más avanzadas de la época, se levantaron en innumerables ocasiones contra el oscurantismo y el retrógrada poder conservador, librando una verdadera guerra de guerrillas que, en ocasiones, incluso, adquiría connotaciones de guerra entre ejércitos regulares y contaba, además con participación activa de la población civil.
En medio de esta lucha armada, en contra de García Moreno, Veintimilla y los demás gobernantes, un comerciante, que desde joven se entregó a la lucha, elevado al grado de coronel por sus propias tropas, Eloy Alfaro Delgado, comenzó a destacar por su decisión y valentía, llegando a acaudillar a buena parte de las montoneras liberales, al punto de que, tras una contienda armada suscitada en medio de la crisis que echó al traste con el régimen conservador y la dictadura de Veintimilla, fue proclamado Jefe Supremo de Esmeraldas y Manabí, en 1883.
El estado debía modificarse, corresponder al desarrollo económico, eso lo comprendían todos los sectores, incluidos ciertos conservadores, pero, entre ambos bandos, se asentaba el miedo de que las ideas radicales promovieran cambios más allá de sus intereses de grupo. Ese peligro fue sorteado, por conservadores y liberales, armando un movimiento de coalición denominado “La restauración”.
Los ejércitos liberales derrotaron a los conservadores en las principales ciudades, en buena parte de los casos, en verdaderas batallas de posiciones, ganando terreno entre plazas y calles; sin embargo, la coalición que se hizo del poder, inauguró el periodo “progresista”, en el cual, la oligarquía ejerció el mando y los sectores más radicales fueron ladeados.
Durante los 11 años y 3 gobiernos que duró el “progresismo”, la “argolla” aplicó su política en beneficio de la oligarquía y reprimió tenazmente cualquier intento de levantamiento popular, sin embargo, tras el escándalo de la “venta de la bandera” de 1884, se produjo una nueva escalada insurgente y las montoneras se reactivaron, primero en Los Ríos y, luego en todo el país.
Como resultado de esta lucha, el presidente Cordero renuncia y asumió el interinazgo, el conservador Vicente Lucio Salazar, lo cual no frenó las protestas masivas en las calles, a 1895, la lucha popular era irrefrenable, la fuerza pública disparaba contra los manifestantes, pero la gente seguía en las calles, el gobernador de Guayaquil es obligado a renunciar y, tras varios triunfos liberales, el 5 de junio de 1895, Eloy Alfaro, elevado ya al rango de General, es proclamado Jefe Supremo de Guayaquil y emprende la campaña para tomar el poder en Quito.
El pueblo se alzó en armas, primero en Milagro, las montoneras se extendieron en toda la cuenca del río Guayas; por su parte, los conservadores proclamaron en Ibarra a Camilo Ponce como Jefe Supremo, en abril, se insurreccionó Guaranda y, luego, Quito, tras la proclamación de Alfaro en Guayaquil, continuó la guerra para deponer el poder conservador, suscitándose las batallas de Guaranda (1895), de los Amarillos (1895), de Guangopud (1895), de Loja (1895), de San Miguel de Chimbo (1895), de Gatazo (1895), de Girón (1895), de Cabras (1895), de Lircay y Lenta (1895), de las Carretas (1895), de Cuenca (1896).
Alfaro solía decir “No debemos perder en papelitos lo que hemos conquistado con los fusiles” y, en efecto, la revolución liberal que, a la larga, cambió el país para siempre, fue eso: Una guerra, encabezada por la naciente burguesía -revolucionaria frente al feudalismo-, desarrollada por los pueblos movilizados en las calles e insurreccionado en los campos, en las guerrillas “montoneras”.
Alfaro fue declarado, hace unos años, “el mejor ecuatoriano de la historia”, recuperando, principalmente, la obra y el legado de su gobierno, pero, es necesario recuperar, también, su lucha, la forma en la que peleó, durante décadas, por alcanzar el poder, la revolución que hizo el pueblo en armas, utilizando la violencia organizada en respuesta al régimen violento. Alfaro fue guerrillero y eso también es parte de su legado histórico.