En la boda de una de ellas salí convencida de que al día siguiente empezaría a prepararme a conciencia para poder formar mi propia empresa y así fue.
Realmente no fue una revelación tipo religiosa, o un descubrimiento escondido en mi, fue la sensación de felicidad que conllevan estos eventos en concreto.
La unión de dos personas rodeadas de sus seres más queridos arropándoles en la nueva etapa, y el gran trabajo que conlleva que en ese día todo funcione.
Que todo vaya rodado está guiado por las ganas, el amor y la empatía con todos los participantes es lo que hace que sea un acto de amor realmente único.
Y las amigas casaderas se me iban acabando.
Comencé a prepararme y fui aprendiendo y conociendo a proveedores de todo tipo de actividades relacionadas con las Bodas.
Pero yo quería ir más rápido.
Quería hacer mis propias prácticas y los primeros meses hable con cientos de personas: modistas, proveedores, fotógrafos, novias, fincas…cree mi propia página de Facebook , luego mi Instagram y mi empresa de manera legal; me tiré a la piscina por que sabía más que nada en el mundo que me gustaba lo que estaba haciendo en ese momento.
Me pasaba horas al teléfono y escribiendo e-mails para darme a conocer, hice publicidad y tarjetas de visita y ni corta ni perezosa me plante en la feria de bodas por excelencia de Madrid, «Las 1001 bodas».
Pero no con mi propio stand (ojalá) no tenía dinero para eso, en la puerta me dediqué a repartir mi modesta información.
Mi primera novia
A los pocos días mi primera novia apareció.
Nunca olvidaré ese día. Es que no me lo podía creer, mi pequeña siembra daba sus frutos.
Desde ese momento empecé a recibir más llamadas y mas mensajes. Daba igual que me preguntarán por detalles para la boda, decoración, organización o si conocía a alguna persona que las arreglara para su gran día.
Había hablado con mucha gente, pero si me preguntaban por algo que no sabía, lo buscaba y buscaba hasta dar con ello, al fin y al cabo para eso estamos las organizadoras de bodas.
Mi parte favorita desde entonces y hasta ahora es el proceso de conocer a las novias. El día de la reunión es emocionante, ¡me encanta escuchar!
Me cuentan cosas fascinantes de cómo se imaginan sus bodas.
Cada una me explica con ilusión y un brillo en los ojos, que no soy capaz de detallar con palabras, cada detalle de dónde y cuándo será su boda, que a mi me atrapa y que me fascina.
Entonces me cuentan sus ideas, sus gustos y sus necesidades.
Despues me toca intervenir para exponer mis ideas que también escuchan con gran atención como cuando un niño escucha una historia de aventuras, sus caras lo dicen todo.
Siento que por ese «no se qué» que se crea entre nosotras soy capaz de ponerme en la piel de todas y cada una de ellas, porque cada novia es única, cada pareja es especial y cada boda es diferente.
Si te apetece comenzar una bonita relación en el evento que por siempre recordarás aqui estoy para ayudarte.