24/10/2022
Dios Tyr
Tyr, dios de la guerra y el lobo Fenrir, hijo de Loki
La mitología nórdica es conocida por sus numerosos mitos y leyendas, y la de Tyr y Fenrir es una de ellas.
Tyr era el dios de la guerra, uno de los dioses más valientes de todos. Fenrir era un lobo hijo de Loki y la giganta Angrboda, encargado de causar problemas a los dioses de Asgard.
Los dioses de Asgard habían oído hablar de una profecía: Un día, el lobo y sus parientes, Jormundgand y Hela, desencadanerían el Ragnarok y Fenrir devoraría a Odín, terminando así con los 9 mundos del Yggdrasil.
Tras lo sabido, los dioses decidieron encargarse del lobo y cuidarlo bajo su tutela. Pero, sólo Tyr, dios de la guerra, tuvo el valor suficientes para cuidarlo.
Mientras el lobo fue una cría, un cachorro pequeño y adorable, todo fue bien, pero con el paso del tiempo y a medida que el lobo fue creciendo, los dioses se percataron de la enorme bestia en la que se estaba convirtiendo, empezaron a temerla hasta el punto de decidir encadenarlo.
Pero, para poder ponerle las cadenas, tuvieron que tenderle una trampa. Lo convencieron de que los grilletes eran para realizar una prueba de fuerza; cuanto más resistentes fuesen las cadenas, más grande sería el prestigio de romperla. Fenrir consiguió romper la cadena y todas las demás que le pusieron.
La única solución que encontraron los dioses fue hablar con los enanos, los encargados de forjar las espadas más poderosas de todas, para que construyeran unas cadenas especiales que Fenrir no pudiera romper. Para ello, utilizaron seis elementos: el sonido de un gato al merodear, la barba de una mujer, la raíz de una montaña, los tendones de un oso, el aliento de un pez, y la saliva de un pájaro, los enanos aceptaron el encargo.
Los enanos consiguieron crear una cadena muy fina pero increíblemente fuerte. Como era de esperar, con esos materiales produjeron ciertamente una cadena muy fina, pero tremendamente fuerte.
Una vez creada la cadena se la presentaron a Fenrir alegando que cualquiera que podía romper una cadena de hierro, podía romper aquella tan fina. Sin embargo, el lobo respondió que realizar tal hazaña no tenía ningún mérito puesto que era demasiado delgada, a no ser que estuviera hecha con trampa. Los dioses, para tentarlo, empezaron a llamarle cobarde y que no tenía el valor suficiente para intentarlo. Fenrir, frente a tales burlas accedió pero con una condición, que como prueba de buena fe, uno de los dioses debía poner su mano en la boca del lobo mientras fuese encadenado.
Los dioses, al escucharlo, se miraron unos a otros con perplejidad. ¿Quién se atrevería a realizar tal cosa? Finalmente, después de un largo silencio, Tyr se ofreció voluntario.
Con gran esfuerzo, consiguieron atar al lobo con la cadena hecha por los enanos, a pesar del forcejeo de Fenrir para romperla, pero al no poder, arrancó de un mordisco el brazo de Tyr. Frente a lo ocurrido, los dioses pusieron una espada en su boca para que dejara de morder y poder soltar la mano de Tyr. Después, lo arrastraron hasta una roca y lo abandonaron allí, donde permaneció hasta el Ragnarok.