27/07/2023
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Cobraría, por la pena, de momentos en los que faltaba la idea de tener una mirada al mundo que le fue concedido por ese algo capaz de mirar a los ojos y perder la noción de toda esperanza. Se sentía aburrida de observar, de dar su vida, por el entender de súplicas que partían de un desinterés. Siempre fue la obligación, la candidata perfecta y la mirada de lo que podría llegar hacer una muerte de cualquiera juventud a la que, por mucho, le faltó el interés que exigían por reciprocidad. Decaída perdía. Fueron incapaces de sentir, de indagar en un mundo que pedían a gritos y solo caían en el capricho de su propio existir. El tiempo no concedía realidad que precisaba, si las horas pasaban, los días se regresaban constantemente. Algo transcurría con la anormalidad de sucesos alternos, afectando la simpleza que coexistía con la realidad; mira, Uno... Dos... Tres veces las manecillas del reloj, ese tictac desapareció y la otra mitad no existe entre las líneas. El mundo era de dos, una contrariedad que marcaba su diferencia; colores, sonidos, personas, casas y edificios divididos en dos hemisferios. Dos partes iguales, identidades que no se veían nuevamente. Diferentes al tiempo presente, se marca la diferencia. Interfería, no existía nadie que estuviera más que solo ella, porque la realidad se distorsiona y ante sus ojos aquello que mira es el metraje de su vida y la mentira dominaba su centro. Sus ojos no le miraban realmente, estaba cegada de lo que el tiempo realmente mostraba. Mentiría si no creía en lo que sus voces decían, mentía, no habita realidad entre sus cejas. No existía entre un presente y otro, no era ella, ni su silueta. Algo faltaba. «Que eres realmente, si no terminas mu**ta al final del día» Repetidas veces daba vueltas y el vendaje de sus ojos, solo tapaba su odio. Estaba mu**ta, mu**ta en vida.
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