04/04/2024
LA ORACIÓN QUE JESÚS NOS ENSEÑÓ
“Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.Vosotros, pues, orareis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.” Mateo 6:9-13
La oración que Jesús enseñó a sus discípulos es importante también para nosotros, no porque sea una única forma de hablar con Él de forma repetitiva, como lo advirtió diciendo que cuando oremos “no usemos vanas repeticiones”, pero si Jesús nos enseñó cómo poder orar, debemos poner atención en cada expresión que dejó en Su palabra.
Se han escrito muchos estudios acerca de la oración que Jesús enseñó a sus discipulos y para profundizar en lo que es el poder de la oración, durante los próximos días vamos desglosar una a una cada frase que Jesús pronunció, porque tienen un significado profundamente importante para nuestras vidas, ¿qué mejor maestro que Jesús para enseñarnos a llegar al corazón del Padre y orar como es agradable a Él?
Con la oración que aparece en el libro de Mateo 6 reconocemos a Dios como padre del cielo, le adoramos reconociendo su grandeza, soberanía, poder y santidad. Reconocemos que dependemos de Él, sometemos nuestra voluntad a Su voluntad, ponemos en sus manos nuestras necesidades, expresamos nuestras faltas y el compromiso de perdonar a quienes nos han hecho daño. Esta oración tan preciosa también expresa nuestra debilidad para caer en tentación y la necesidad inminente de ser librados del mal.
La oración que Jesús nos enseñó termina alabando al Señor, declarando que suyo es el reino, el poder y la gloria, porque su soberanía es por siempre y para siempre.
Esta forma de llegar ante el Señor no es una simple manera de repetir algo aprendido, es una expresión de nuestra íntima relación con Dios y nuestra forma de reconocer que Él es Dios, nuestro padre y que es más que suficiente.
Padre quiero aprender más de ti, reconocer tu grandeza y no permitir que nada ni nadie forme una barrera en mi relación contigo, padre te amo, eres lo más importante para mi. ¡Amén!