01/04/2023
그대 아무런 말도 하지 마요 이 맘은 여전히 그대로예요 따가운 햇살 그 아래 우리 이 분위기 난 좋아요 어떡해? 나 숨이 가빠져요
El viaje a Japón había sido sumamente agotador, desde pasar por el chequeo en el aeropuerto hasta que por fin pudo abordar y sentarse en su asiento. La ligera turbulencia lo hizo despertar en un par de ocasiones así que sus vacaciones no estaban siendo del todo tranquilas, se suponía que esa semana en el país nipón tendría que darle una calma que no sentía en su hogar, recargar energías y después volver para afrontar el desastre que la compañía de su padre comenzaba a ser desde hace meses.
Y es que ser hijo de uno de los más grandes empresarios pesaba demasiado en sus hombros, mucho más al ser su primogénito y ni hablar de que dentro de la mentalidad de su figura paterna era el único que podría seguir con el legado de años pues su hermana pronto contraería nupcias y quedaba descartada al dedicarse por completo a su futura familia. En parte Hades envidiaba un poco de eso, una familia tranquila, un hogar al que llegar después de un día largo y el amor de una persona que esperaba por ti después de una jornada laboral tan extenuante.
Sin embargo, Hades sabía bien que no podía aspirar a eso, no porque su orientación fuese un problema, pues su padre contrario a lo que esperaba no tuvo una reacción negativa o despectiva, más bien se debía a la poca experiencia con los chicos, las nulas citas que tenía en su agenda se limitaban a ser reuniones de trabajo o por el contrario, citas con su médico para una revisión de rutina. La idea de quizás conocer a alguien en medio de su viaje la había desechado pues la vergüenza de coquetear o lanzarse casi de inmediato sobre un chico era mucho más grande que sus ganas de tener pareja.
Su mejor amigo ya lo esperaba fuera del aeropuerto de Tokio puesto que había decidido viajar dos días antes para obtener una reservación de hotel, un par de chicas o chicos con los cuales divertirse y según las palabras ajenas el familiarizarse con la capital del lugar. Hades sólo deseaba llegar al hotel, dormir mínimo unas veinte horas y quizás salir a visitar algún museo o un festival pues tenía conocimiento de que aquellos meses eran muy conocidos por sus variadas atracciones.
Hyde tenía una idea distinta, lo notó apenas salir del aeropuerto y llegar al hotel, no tuvo más que treinta minutos para bañarse y cambiarse pues ya estaba siendo empujado fuera del lugar con un rumbo desconocido. La poca información que pudo sacar del mayor fue que en esos dos días que estuvo en la ciudad había encontrado tres bares que sí o sí ambos tenían que visitar, además de acuerdo al paladar tan especial que su amigo tenía en cuanto al alcohol supo que encontró varias bebidas que parecían competir contra las que el mismo llegaba a servir en su propio negocio.
Una vez llegaron al primer bar, Hades pudo notar dos cosas, la primera era que si bien parecía un lugar ambientado para dar alguna clase de ternura y privacidad (pues por lo poco que lograba ver cada habitación estaba pensada para dar más que una simple buena copa) y la segunda era que al parecer su amigo había pasado suficiente tiempo ahí dentro pues ni bien ingresaron muchos lo saludaron o incluso algunas chicas le habían guiñado al mayor. Para alguien demasiado tímido como él eso era señal de que Hyde había conseguido más que un par de tragos en ese lugar.
La pequeña sala-habitación o lo que fuera que les asignaron era bonita, ni tan llena de algunas decoraciones estrafalarias, ni tampoco tan faltante de éstas. Hyde se encargó de pedir por ambos, múltiples botellas junto a un par de meseras fueron el acompañamiento inicial. Hades estaba seguro de quererse esconder en alguno de los baños pues si bien no le desagradaba para nada el contacto con las mujeres era consciente de que su gusto se inclinaba más por los hombres, aunque un par de novias en su muy corta lista de relaciones saltaba cada que alguien indagaba en esos terrenos. Dos horas más tarde, con suficiente alcohol en el cuerpo y ningún alimento que pudiese detener un poco el efecto de los tragos de más es que Hades por fin se encontraba lo suficiente perdido para dejar atrás la vergüenza, inicialmente una conversación trivial y un par de roces nada discretos por parte de una de las meseras lo llevaron a salir del lugar que compartía con su mejor amigo, se suponía iría a alguna otra parte para no tener que compartir el espacio con la chica, el que estuviese perdido por el efecto de lo que tomó no era pretexto para que invadiera de esa forma su espacio personal pero parecía que ella tenía otra idea en mente cuando casi lo arrastró y empujó para que entrara a una habitación vacía.
La poca suerte que tenía vino acompañada de un chico que lo vio, al parecer había sido un poco muy lamentable en su reacción que había llamado la atención del desconocido que se había apiadado de él. La chica molesta por su plan interrumpido soltó alguna grosería y lo dejo a la deriva con el chico que era unos centímetros más alto que él, quizás el alcohol en su organismo lo tenían más tonto que de costumbre pero estaba seguro de que aquel desconocido era sumamente guapo para no mirarlo un poco de más.
— ¿estás bien? creo que ella tenía un plan distinto para ambos pero no te veías muy cómodo, ¿vienes solo? si quieres puedo ayudarte, ah, lo siento, en ocasiones tiendo a hablar demasiado. — una pequeña mueca acompañó todo el discurso del chico, ni siquiera conocía su nombre pero ya le parecía alguien muy lindo.
— mh, no, sí, quiero decir… eres precioso. — Sus manos cubrieron su propia boca, acababa de hacer una declaración tan directa a un desconocido y estaba seguro de que ni todo el poder del alcohol lo haría olvidar aquello.
La risa del chico lo sacó de la estupefacción, no lo había tomado a mal y en cambio un ligero apretón a su cintura le dejó en claro que su torpe coqueteo había dado en el clavo. Nunca creyó que aquella tontería entre sus vacaciones lo llevarían a tener los mejores días junto al chico alto, más allá de los pocos besos que compartieran los días siguientes en alguna galería o esos pequeños abrazos torpes en medio del festival que daba todo un espectáculo de fuegos artificiales, sin duda sus pequeñas vacaciones a pesar de iniciar de la peor manera habían tenido un final memorable que se llevaría de regreso a Corea.
O por lo menos ese era el pensamiento que tenía al volver a su país natal, nunca creyó que el chico misterioso con el que había pasado un amor de ensueño en pocos días sería el mismo que se presentaría como uno de los hijos de los mayores accionistas que trabajaban en la empresa de su padre. Al parecer su historia no quedaría tan inconclusa después de todo, Ghàdiel no sólo había sido su salvación en Japón ahora llegaba para serlo también dentro de Corea.