20/06/2024
ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ
ㅤ❝ 1820 ❀ BEING COURTED. IS IT TIME TO SAY GOODBYE – ONLY KAT.
ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ
ㅤㅤㅤ
El primer cortejo tocó la entrada de su morada con la bienvenida de aquel verano. El canto de los pájaros merodea cerca de sus oídos como si buscara advertir algún rasgo de hastío hacia la sociedad y, en efecto, no estaba lejos de ser cierto cuando veía que los años pasaban y sus amigas entraban a una vida dispar a la que ella estaba acostumbrada a vivir. Su inclinación dejaban de ser los libros y la tenue pintura sobre los lienzos, pero aunque las figuras varoniles eran parte de su inspiración –un atractivo desde los años de su adolescencia– Kat, no veía el mismo resultado para ella.
ㅤ
Veinte años, veinte hermosos años mientras sus amigas daban a luz su primera criatura, y ella, todavía sumergida entre el aburrido ropaje de siempre. Envidiaba las aventuras de una mujer casada, al menos algunas, porque ciertamente no todas podían g***r de aquello que se llamaba amor, pero ¿Qué tan diferente podría ser para ella? Había tocado su puerta una vez y, pensando que nunca volvería a ser así –mucho menos luego de intentarlo en cada época–, perdía la esperanza.
ㅤ
Las propuestas eran infinitas, las visitas aún más, pero ¿Acaso era ella la culpable de tener expectativas propias del romanticismo? O tal vez, de esperar ver el claro reflejo de «su rostro» en aquel mozo que se presentara junto a su puerta. Conocía las interrogantes, pero no las respuestas, un arte propio de una mujer que no era feliz y que, en el instante desafortunado en que aquel llamaba dispuesto a hacer saber su nombre con anterioridad, sufrir el resultado predestinado.
ㅤ
Katarina no tenía opción más que la sujeción de lo único –o al menos como lo había hecho sonar– que quería su padre: aceptar la bienaventurada visita de un sujeto que desconocía. Su propia edad era memorable y, tan bien como había meditado, los días de juventud se desparramaban entre sus dedos a punto de caer al abismo. Con un futuro incierto y un mundo gobernado por el s**o masculino, Kat no podía seguir su instinto independiente.
ㅤ
Entonces, sentada de piernas ligeramente dobladas por lo que la sociedad hacía llamar un adecuado «futuro» y, acompañada de una postura digna de una doncella, preparó su mejor sonrisa inclinando su cabeza cuando la imagen de ese individuo tomó forma en el umbral de la sala del té. Para su suerte –y claramente porque tampoco podía– era acompañada por la única prima que le quedaba y Bridget, su sirvienta y amiga más cercana.
ㅤ
ㅤㅤ—Buen día, señorita Wentworth —saludó cordialmente a lo que Kat respondió con la misma cortesía—. He aprovechado mi reciente visita a la ciudad para hacerle un humilde obsequio.
ㅤ
Su pronunciación era excelente, peculiar y adornada por un placentero tono que, si bien era del gusto de la muchacha, no alteraba ni el más mínimo de sus ritmos. Podría culparse a sí misma por no acceder ante la ofrenda, ante el cortejo de aquel sujeto atractivo en rasgos y título, pero qué podía hacer cuando su corazón parecía sellado ante el amor.
ㅤ
Aún así, las opciones continuaban siendo minúsculas.
ㅤ
Entonces, visualizando el apetitoso vestir del sujeto y la insignia poseyendo su solapa, la joven doncella lo recibió como el último invitado de esa tarde –o al menos, así deseó–. Desde su alcance, su aroma era excelente y agradece no ver en su rostro el amortajado dolor de los años: un hombre que buscaba una imponente mujer para dejar su fruto y originar herederos a destajo. Típico y, en efecto, ¿Cuál era esa innegable inclinación por ver en las doncella nada más que el simple uso carnal? Sublimes al placer o a la generación de una línea genealógica, sí, no habían más motivos ni mucho menos aquello que se llamara amor.
ㅤ
No existía el azulado cielo mirándolos mientras caminaban por la suave hierba ni las sonrisas de complicidad de un corazón ataviado de dichos imposibles de hilar el comienzo de una conversación, en efecto, las tardes con Edward regresaban a su memoria y se esfumaron como un cuento imposible de recrear, pero al menos, aquel sujeto extendiendo sus manos con aquel ramo de flores parecía ser una buena opción.
ㅤ
La joven le sonrió, he ahí con la pronunciación de sus comisuras y el ensanchamiento de sus mejillas curvando sus ojos. Sí, sus rasgos asiáticos podrían ser un detalle a juzgar, pero divinos eran los ojos que la veían y que la catalogan como una joya que deleitar. Discriminaba el ausente dorado en sus cabellos y iris coloreado simulando el oleaje del mar, pero ¿Acaso la belleza yacía sobre ellos? Los atributos de Kat no eran inadvertidos cuando el día llegaba y su puerta incitaba a las venideras visitas.
ㅤ
Sin embargo, ahí estaba, correspondiendo a su sonrisa mientras se ponía de pie y recibía aquel obsequio perfumado. Entonces, sentía la presencia de su prima a un margen de la escena y, entre miradas discretas, blanqueó sus ojos augurando auxilio, pero no, se consoló con la idea de que esa sería la última visita.
ㅤ
ㅤㅤ—Soy Edward... —escuchó y Kat, como si fuese abstraída por un universo paralelo, sentenció su mirada y se plasmó en aquel sujeto. ¿Cómo era posible que, hasta entonces, sólo conociera su apellido? Y ahí, se atrevió a decir: —Un nombre atractivo… —La sonrisa del varón volvió a secuestrar su mirada y, como si estuviera implorando ser salvada una vez más, le recordó al jardinero en sus años pasados, uno que en realidad siempre aparecía en su memoria.
ㅤ
Lo invitó a ser parte de esa ceremonia mientras sus dedos tantearon la fina tela que envolvía el obsequio floral. Le gustaban, el color amarillo y azulado era atractivo en compañía del otro. Podían tener un significado profundo en cada pétalo, pero en los hombres no existían mayores detalles a la hora de otorgar el favor femenino, en efecto, aquellos no eran más que detalles provistos por una doncella o por alguien que conocía el arte.
ㅤ
La sonrisa surcó sus mofletes pintorreados de un rosa fresco, por un instante, distinguió un agitado corazón golpeando en la profundidad de sus entrañas, un movimiento en falso que irradiaba felicidad sin igual, pero ¿Serán las causas de su semejanza? No veía los acostumbrados ojos rasgados ni el pelo oscurecido del muchacho de su infancia. Frente a ella yacía un sujeto de perfecta postura –sin indicio alguno de haber vivido una niñez precaria– y cabellos castaños.
ㅤ
Entonces, le volvió a escuchar:
ㅤㅤ—Desearía tener el honor de pasear con usted antes de que la temporada llegue a su fin... —un pequeño canto simulado en la perfección con la que atractivamente se expresaba—, pero lo dejo a su disposición.
ㅤ
Y Kat volvió a alzar la mirada desprendiéndose de aquellas flores. Los días transcurrieron, la imponente voz de su padre dándole órdenes y quehaceres como vil gobernador sobre su vida, le habían hecho olvidar la experiencia de sentirse propia. Fue ahí, con una mínima frase que Katarina volvió a recordar quién era, entonces, Edward –quién no era 'su' Edward– obtuvo una nueva sonrisa como gratitud por parte de ella.
ㅤ
ㅤㅤ—Agradezco su muestra de respeto… —añadió, pero la menor de las Wentworth no tenía intención alguna de dejarse «caer» tan fácilmente, mucho menos cuando veía en él ese resplandor sólo visto –en el pasado– en la prolijidad de aquel jardinero.
ㅤ
Regañada con la mirada de quiénes les observaban y, Kat, poniéndose de pie a la par que adjuntaba las flores sobre las manos de Bridget, rodeó el sillón donde el hombre reposaba. Le observó deslizando sus dedos por el respaldo del mueble mientras su rostro advertía yacer en un campo distinto.
ㅤ
ㅤㅤ—Tal vez podría hacerle el favor... —despreocupada, aunque para sus adentros, parte de ella se deleitaba con la ansiedad—. Sólo espero que para entonces... no se haya ido.
ㅤ
A espaldas de él repasó en su mente las mil y una decisiones que tomó en el proceso mientras distinguía la profundidad de sus deseos aflorando aromatizados por los pétalos de la ornamentada estancia. Miró al cielo –o lo poco que podía entregarle aquel espacio del ventanal– y, tras emitir un delgado suspiro, volvió a retomar su posición en el marco visual del acompañante.
ㅤ
«Tal vez es hora de que quedes en el olvido», murmuró, pero el supuesto no reparó en los vocablos femeninos ni mucho esperó ella que lo hiciese. Ahora su espalda era parte del júbilo ajeno y, aunque de vez en cuando le otorgaba los rasgos finos de su perfil, decidió arrancar las hojas de su pasado para plasmar unas nuevas.
ㅤ
ㅤㅤ—Espero no se arrepienta de su decisión, su señor…
ㅤ
Compartiendo la postura entre ambos, aquel hombre –al tenerla de frente y nuevamente en medio de aquellos pulcros sillones– aceptó el toque de su mano tras la doncella habérselas otorgado. Katarina se mordisqueó las mejillas a barbilla alzada mientras lo veía deslizar sus labios hasta plasmar sobre el dorso un fino beso y, en efecto, recordó la ofrenda poco vivida en sus recuerdos con el protagonista de esos tiempos, sin embargo, ausente en su presencia: ese mismo beso, fue distinto.
ㅤ