02/03/2019
Muchas personas, obran en forma extremadamente nerviosa, o tensa, cuando se están esforzando, por obtener algo de gran importancia para ellas. Sin embargo, las acciones desarrolladas con ansiedad, o nerviosismo, no atraen el poder de Dios; la serena, y constante aplicación de la voluntad, en cambio, sacude todas las fuerzas de la creación, y atrae la respuesta del Infinito. El germen del éxito, en cualquier campo de actividades, yace en el poder de la voluntad. Cuando la voluntad, ha sido severamente azotada por las dificultades, llega a paralizarse temporalmente. Pero, aun así, quien adopta la siguiente resolución: “Mi cuerpo podrá ser destruido, pero mi cabeza (-mi fuerza de voluntad-) permanecerá siempre erguida”, está expresando la fuerza de voluntad en su forma más completa.
La fuerza de voluntad es lo que vuelve al hombre divino. Cuando renuncias a ejercer la voluntad te conviertes en un ser mortal. Muchos afirman que no deberíamos utilizar la voluntad para cambiar nuestras condiciones ya que, al hacerlo, interferiríamos en los planes de Dios. Pero, ¿por qué nos habría dotado Dios de voluntad sino para que la aplicásemos? En cierta ocasión conocí a un fanático que proclamaba que no deberíamos hacer uso de la voluntad, ya que ello desarrolla el ego. ¡Está usted ejerciendo su voluntad en forma bastante intensa en este mismo momento al oponerse a mí! (-le respondí-). Al hablar, al permanecer de pie, caminar, comer, ir al cine o incluso al retirarse a dormir, está usted obligado a ejercer su voluntad. Todo cuanto hace lo lleva a cabo aplicando su voluntad. Si no ejerciese usted su voluntad, se convertiría en un autómata.
Jesús no quiso decir que no deberíamos hacer uso de la voluntad, cuando afirmó lo siguiente: “No se haga mi voluntad, sino la Tuya”. Lo que estaba él tratando de enseñar era que el hombre debe someter su propia voluntad (-la cual se encuentra sujeta a sus deseos-) a la voluntad de Dios. Así pues, cuando oramos con persistencia y en la forma correcta, estamos ejerciendo nuestra voluntad.
Es necesario creer en la posibilidad del cumplimiento de aquello por lo cual oramos. Quien desea, por ejemplo, una casa, pero piensa interiormente: ¡Ni lo sueñes, no dispones del dinero para comprar una casa!, debería fortalecer su voluntad.
Cuando desaparezca de nuestra mente todo «imposible», entrará en ella el poder divino. La casa, naturalmente, no se materializará espontáneamente; para adquirirla será necesario hacer uso de la voluntad en forma continua, aplicándola en acciones constructivas. Quienes persisten en su intento sin aceptar jamás el fracaso, obtienen el objeto por el cual luchan. Cuando ejerces tu voluntad en forma constante, tanto a través de tus pensamientos como de tus acciones, aquello que deseas tendrá que cumplirse. Incluso si no existiese objeto alguno en el mundo como el que anhelas, si persistes en tus empeños, el resultado que persigues se manifestará en alguna forma. Este tipo de actitud, atrae la respuesta de Dios, ya que semejante voluntad proviene de Él; una voluntad constante es una Voluntad Divina.
OM GURU, JAI GURU
PARAMAHANSA YOGANANDA
Extraído de su libro «LA BÚSQUEDA ETERNA».