30/05/2024
Una Jóven de Coto Brus es la primera tica con licencia para volar uno de los aviones más grandes del mundo.
Andrea Stroup está lista para pilotar a “la reina de los cielos”, el *Boeing 747-400*, lo que ella misma califica como el “sueño de cualquier piloto”
A los 15 años, Andrea Stroup sobrevoló por primera vez el pueblo en el que había crecido y otras comunidades cercanas en el sur del país. Fue ese regalo de su padrastro, quien era piloto privado, lo que hizo que la joven, *oriunda de San Vito de Coto Brus*, se diera cuenta de que su sueño sería estar en un avión, pero no solo como pasajera.
La emoción que sintió en esa aeronave la llevó inicialmente a querer ser azafata. Sin embargo, el destino y su determinación tenían planes más grandes para ella. Hace menos de una semana, Andrea obtuvo la certificación para pilotar un Boeing 747-400, una de las aeronaves más grandes del mundo y conocida en el mundo de la aeronáutica como “la reina de los cielos” precisamente por su majestuosidad.
Llegar hasta ese hito no fue fácil para la joven de 31 años, que ahora sueña con inspirar a más mujeres a perseguir lo que realmente les apasiona sin temor a los estereotipos. Cuando se graduó del colegio, enfrentó la realidad de lo difícil que era estudiar algo relacionado con la aviación en el país, por lo que decidió *estudiar enfermería*. Incluso realizó prácticas en los hospitales de Alajuela y Heredia, donde, a pesar de desempeñarse bien, sentía que no era lo suyo.
“Yo quería algo más, quería aviación, ya fuera aeromoza o piloto. Sabía que quería estar en ese ámbito y también sabía que no se iba a alinear aquí en Costa Rica, así que a los 21 años decidí dejar mi zona de confort. Dejé a mi familia y amigos y me vine sola a Estados Unidos”, cuenta Andrea.
En los primeros meses en Estados Unidos, continuó estudiando enfermería hasta que un día se animó a hacer un vuelo de introducción, que ofrecen las academias para que los aspirantes descubran si realmente les apasiona la aviación. Sin haber piloteado un avión antes, en ese primer vuelo pudo hacer algunas maniobras y a partir de ahí se propuso hacer todo lo posible para convertirse en piloto.
En tan solo nueve meses, Andrea se graduó como piloto gracias a un programa acelerado en la ATP Flight School, donde obtuvo todas las certificaciones básicas para piloto privado, por instrumentos e incluso para dar clases, aunque solo había completado 250 horas de vuelo.
Tres días después de graduarse, la llamaron para ofrecerle trabajo como profesora, lo que le permitió completar las 1.500 horas de vuelo exigidas por las aerolíneas en Estados Unidos. De su experiencia como instructora, Andrea recuerda que siempre fue muy elogiada, principalmente por las mujeres que llegaban a la escuela, por su vocación y experiencia en un campo tradicionalmente dominado por hombres.
Posteriormente, comenzó a trabajar en una aerolínea regional y, poco después, tuvo la oportunidad de volar internacionalmente en AmeriJet, una aerolínea de carga donde pudo pilotar aviones como el *Boeing 757 y el Boeing 767, con los que realizaba rutas a China, Corea y Europa*.
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Andrea cuenta que, incluso cuando piloteaba aviones comerciales, era común que las mamás se acercaran con sus niñas para pedirle una foto. Ella siempre las invitaba a la cabina para enseñarles sobre ese mundo que la cautivó desde joven y mostrarles que es posible cumplir los sueños.
“Cada lugar tiene sus retos, el hecho de ser mujer conlleva mucho tabú, el hecho de ser minoría por ser latina, he encontrado trabas, comentarios medio feos, gente que dice que las mujeres no deben pilotar un avión, que no saben ni manejar carros y hasta instructores que creen que por el hecho de ser mujer el camino es más fácil”, recordó Andrea, quien asegura que todas esas “trabas” hicieron que su esfuerzo debiera ser el triple.
En marzo de este año, Andrea decidió dar un paso más. Tras empezar a trabajar para la aerolínea Atlas Air, inició el proceso de certificación para el Boeing 747-400. En un grupo de 30 personas, solo tres eran mujeres, pero una vez más no dejó que esa condición representara un obstáculo y, más bien, formó un fuerte lazo de amistad con sus compañeras, que las llevó incluso a ser elogiadas por su buen manejo en las simulaciones de emergencia y otros retos del proceso.
El lunes pasado, cuando finalmente se graduó y compartió este logro en sus redes sociales, se sorprendió al ser contactada por varios expertos de aviación, quienes le indicaron que era la primera mujer piloto en Costa Rica en obtener dicha licencia. Aprovechó la oportunidad para agradecer a Manuel Arias, Rodrigo Castro y Mauricio Román, miembros de la comunidad aeronáutica, quienes asegura la han tratado como una más a pesar de que no se formó en el país y se encargaron de que fuera reconocida por este gran hito.
“Volar este avión es el sueño de cualquier piloto, es demasiado lindo, hay que tener mucha fuerza en los brazos y las piernas, quiero tener la oportunidad de volarlo (...) Quisiera convertirme en capitán, me han dicho que tengo mucho liderazgo, también me gusta enseñar, y en la parte administrativa mi propio reto es motivar a más mujeres”, dijo Andrea.