El Teatrico

El Teatrico Grupo artístico, espectáculos a la medida y producción de eventos. Somos alegres, curiosos y sensibles a toda expresión y creación artística.
(301)

En El Teatrico de Medellín vivimos el arte y el entretenimiento como una experiencia íntima y descomplicada. Nos gusta la gente que ríe, que vibra, que se deja sorprender y rinde sus emociones ante el poder de un gesto, de una palabra, de un sonido, de un canto. La gente que sabe desenchufar su estrés cotidiano para vivir en ‘modo’ espíritu.

09/07/2024

| 🎭

07/07/2024

| | ✍️ Cuentos&Relatos para lectores extraviados en la red.

COSIACA, EL MITO DEL AVISPAO.

No son pocos los dioses que bajaron al plano terrenal convertidos o traídos al mundo por fantásticas y portentosas aves. Su poder anidó en las más altas y enigmáticas cumbres de la tierra, donde el misterio de su magia y sus poderes extraordinarios trazaron nuestro destino en el mundo: dando origen a civilizaciones, inspirando guerreros y moldeando culturas dizque muy prósperas y avanzadas.

Pero algún huevo tenía qué resbalar del nido y caer para destortillarse en las laderas de los Andes de Antioquia. De algún divino peñasco tenía que bajar dándose contra las piedras un raro pichón mitad gallinazo, mitad águila, híbrido mal emplumado a medio camino entre sucio carroñero y agudo cazador de rapiña. Ese fue el paisa Cosiaca.

Cosiaca apareció en un gallinero acurrucado entre las gallinas en una vara llena de inmundicia. Surgió de la mi**da y de ella vivió. Cuando despertó y tuvo una pizca de conciencia, ni él mismo supo si venía de algún lado, si era una gallina o si lo que trataba era de robarse una de ellas. Solo sabía que tenía la panza vacía y que debía encontrar el modo de satisfacerla. Desde entonces en Cosiaca se juntaron el hambre y las ganas de jartar gratis. Aunque no estaba al tanto del origen, en algo se echaba de ver su naturaleza divina: Cosiaca tenía poco gusto por el trabajo y en cambio había desarrollado poderes infalibles, entre ellos mucha malicia, buena l***a y gran ingenio; ventajas con las que se procuraba, sin esfuerzo, los buenos manjares y bebidas de los que tanto gustaba.

Nadie sabía su verdadero nombre, ni de qué pueblo había salido, ni en cuál iba a dormir esa noche. En la mañana podía intercambiar engañosamente un mojón por un buen desayuno con calentado en Fredonia y por la tarde marcharse de un restaurante en Titiribí, después de almorzar a todo dar y engañar al mesero con el supuesto pago y la respectiva propina que dejaba debajo del sombrero que ponía sobre la mesa. Al correr a levantarlo para ver cuánto le había dejado, el pobre mesero se daba en las narices con un gran bollo enroscado como pago por el servicio.
En vez de castigar la injusticia, lo que hizo Cosiaca a finales del mil ochocientos y principios de mil novecientos, fue premiar a potentados, burócratas, curas y comunes con su intestinal justicia. Cosiaca vivió de cuenta de todos paseándose gratis por fondas y posadas donde los dueños quedaron echando chispas después de contemplar la olorosa firma de un hombre del que apenas había unas pocas señales. Según sus candorosas víctimas, era un paisano humilde, mestizo, de baja estatura y apariencia de mendigo. Un zarrapastroso encantador de la palabra que prometía recompensar con generosidad todo lo que le cayera a la tripa:

—¿Cosiaca, qué haces ahí?, ¿mostrá qué estás tapando con ese poncho en el suelo?
—Es un sinsonte muy lindo, pero hay que meterlo en jaula o se vuela. Si quiere deme con qué comprar una jaula en el pueblo y cuando lo venda partimos las ganancias.
—Si es así pues sí, venga yo pongo la plata…
—Listo, téngame aquí, cuidaito lo deja volar, ni se asome que se va por cualquier güequito…

Cosiaca salía con la plata, pero en vez de comprar una jaula se daba un banquete con ella y el otro quedaba esperando. Al rato, inquieto por la demora y viendo que debajo nada se movía, ‘el socio’ levantaba el poncho con mañita y metía la mano rápido para agarrar lo que hubiera adentro. Lo único que sacaba era la mano encochinada para comprobar que había sido engañado por Cosiaca.

Pronto se empezó a especular de que Cosiaca era ‘ayudao’, que tenía algún encantamiento o un pacto con el diablo para engatusar angurriosos y aparecer en varias partes al mismo tiempo. Mientras en Salgar decían que se había aparecido a la hora del ‘algo’ y había intercambiado con una viejita unas empanadas por una bolsa de parva que resultó ser de excremento, en Ciudad Bolívar juraban que lo habían visto a la misma hora comiéndose una panocha en el convento donde había prometido dos kilos de jamón procesado para la madre superiora… Y ya se imaginarán cual era el proceso por el que había pasado el dichoso jamón.

En otras ocasiones Cosiaca prometía pagar sus cuentas con una ‘vaca pintada’ y después de ponerse piponcho, sacaba papel y lápiz, pintaba una vaca y pagaba muy orondo con lo que había prometido, una ‘vaca pintada’ sin aclarar que era pintada por él mismo. Mucho tiempo mantuvo en el bolsillo el cartel del billete de diez pesos que la imprenta nacional publicó para dar a conocer las características del billete real. A todos les preguntaba que si tenían devuelta de un billete grande de 10, cuando le respondían que sí sacaba el cartel con la réplica y se quedaba muy si señor con las vueltas y la comida. Luego ofrecía comprar el billete por cualquier centavo y volvía a repetir la historia. Esta vez no pagaba con desechos, pero para los comerciantes era como si fuera la misma boñiga.

Tumbada tras tumbada Cosiaca aumentaba su fama de tragón y cagón al mismo tiempo. Cada vez que un paisano tropezaba con un mojón detrás de un matorral o en medio camino, en vez de preguntarse «cuál fue el puerco», lo que pensaba era ‘aquí merendó Cosiaca’, que nunca comió mi**da, pero sí aprendido a vivir de ella.

Desde entonces, en casas, fondas, posadas, iglesias y conventos del suroeste antioqueño, hicieron popular esta copla que advertía así sobre el particular personaje:

Esconda plato y trinchete
que donde llegue Cosiaca
desaparece el banquete
y solo queda la c**a…

El mito de Cosiaca queda hoy en cada plasta, en las bregas del pobre para restarse en una hambre y en las picardías del avispao para zampar de gratis. De Cosiaca nunca más se supo, pero dicen por ahí en los caminos que lo mató un estreñimiento que lo dejó sin margen para resolver los apuros de la panza.

Fin.

12/05/2024

| |✍️ Cuentos&Relatos para lectores extraviados en las redes.

RELATO EXPERIMENTAL
Título: Venganza homofónica
Autor: Germán Carvajal

Rumbo al pueblo, como todos los domingos, Benjamín sale del rancho con su canasto de madroños y de moras.
¿Y demoras?… pregunta su vieja. Él toma aire, se soba el pantalón. ¿Quién lo sabe? Le responde, sucinto.
Su cinto es un cuero tieso y rústico, del que cuelgan una soga, una linterna y un machete montaraz…
¿Montarás?, ¿o no hay apuro?.
A puro andar no más… para el que sabe a donde va, no hay trecho extenso.
Es tenso. Hoy todo está raro, en el aire lo presiento. Mal augurio. No te vayas, es mejor que entres, hijo.
¡Qué entresijo!… por un presentimiento no me rindo, toma un té de valeriana que lo cura…
Qué locura… ¡tentar a la guadaña!… prométeme que vas y vuelves pronto. ¿No te irás a entretener con la manada?
Má nada… solo voy por el arroz y la manteca, si es que vendo los madroños y las moras, si hay negocio.
Negó ocio.
Hasta luego mi vieja, ya no sufras. Dijo echando a sus espaldas el alijo.
Al hijo, una cruz con padrenuestro le dibujó la vieja, que recostada en el portal, lo vio perderse en la hondonada…
Hondo nada… dijo Benjamín cruzando el río. La sequía se había bebido ya un recodo antes anegado.
Ha negado San Pedro cualquier gota, resopló. Con razón la vieja cruza las cucharas y aunque ruega cada día un aguacero…
Agua cero.
Caminó en solitario varias leguas, bordeo barrancos, montes infestados de fieras jadeantes; un in****no para hombres temerosos…
¿Temer osos? ¿Temer víboras? ¿Y lobos? Benjamín solo temía a la venganza que por el pueblo andaba ya al acecho.
Has echo un buen trabajo. Le dijo el bodeguero. Excelentes madroños, buenas moras. Esta vez tu cosecha sí que atina…
A Tina, la cajera, le hizo señas, y una libra de arroz y de manteca le echó con tres monedas al zurrón.
Su ron en la barra está servido. Sus compadres le dan la bienvenida en la taberna.
Ta Berna, ta Vicente, ta Rodrigo y es probable que también este la…
Estella. Por ella demolió sus juramentos, se dejó encandilar por su belleza, ¡Qué mesera!…
¿Qué mes era?, ¿tal vez marzo?, ¿abril de pronto? ya que importa, estaba por entrar la primavera…
La prima Vera. Se juraron ser océano y arena, Benjamín prometió besar sus playas para siempre, ser su amante y su marido…
Su mar ido… sí, se fue. Se evaporó. Y las arenas húmedas de Vera se convirtieron en áridos desiertos…
De ciertos testimonios ha sabido que el odio rompió un pacto de familia. Que todo por su culpa fue desecho.
De ese hecho nació un hijo bastardo y en el parto murió Vera, la prima. Benjamín es asesino por secuela…
Se cuela un frío trágico. El umbral de la taberna se oscurece. Un viejo, una escopeta. El pánico, el ruido del barullo…
Del bar huyo… piensa cada cual en desbandada. Benjamín de espaldas en la barra ya sabe la venganza que suscita.
Su cita de sangre se ha cumplido. Detrás está su tío que ha venido para cobrar la angustia y el hastío…
Has tío lo que tengas que hacer, cobra lo tuyo. Si por venganza la muerte me convida,
Con vida pago entonces por los odios que en tu alma desentierro.
De ese entierro hace ya bastantes días…

26/04/2024
21/04/2024

| |✍️Cuentos para lectores extraviados en las redes.

RELATO ERÓTICO
Título: Toco madera
Autor: Germán Carvajal

Papá no quiere que yo juegue ahí abajo, en el taller donde hace gente. Así nos decía de pequeños a mi hermano y a mí. Papá es ebanista y también tallador de madera. Papá parece papa. Papá hace santos, papá hace apóstoles, papá hace vírgenes ahí abajo; en nuestro sótano, el sótano de nuestra casa. Los hace para las procesiones del pueblo y para el seminario y para el convento y para adornar la iglesia. Sí, papá hace gente ahí abajo, y hasta un tiempo, talló también caballitos y guerreros para mi hermano, y talló, papá, ángeles y virgencitas para mí.

Papá decía… dice todavía, que soy una niña. Y que por eso no puedo jugar allá abajo, pero ya soy una chica. Mi hermano sí puede jugar ahí abajo, él es más pequeño, pero es hombre. Un hombre chico, pero un hombre. Y puede hacer catapultas o caucheras con palos que sobran y puede desbarrigarse sobre la viruta y hacer ángeles agitando pies y manos en el aserrín, como si fuera nieve.

Yo lo miro desde la puerta que lleva al sótano, por una ranura entre el marco y la tapia. Y lo veo a mi hermano orinar sobre los troncos que van a ser santos y saltar sobre ángeles sin alas y vírgenes sin cara. “Un día aprenderá”, se lo ha dicho papá a mamá, “y vendrán a buscarlo porque también sabrá esculpir en madera y detallar los acabados primorosamente”, como él, como papá, que es pulido de talla y detalla. “Virgen santa” digo yo, recordándolo mear los troncos.

El Padre Venancio ha venido a visitar abajo a papá. Le ha advertido que necesita los nuevos apóstoles para la bendición del obispo que vendrá en tres semanas. “Tendré que disponer de más mano de obra, y no tengo”, dice papá. “Veré que puedo hacer”, dice el Padre Venancio.

Hoy han llegado tres seminaristas y dos novicias que el Padre Venancio mandó para ayudar ahí abajo, en el taller. Dos de los tres seminaristas ayudan a desbastar, a lijar, a pulir troncos desnudos; troncos de madera con forma de troncos humanos. El otro, el moreno de ojos grises y piel de niño dios, acaricia unas enormes alas de roble blanco y yo solo puedo ver un ángel autoesculpiéndose. Lo miro todo el día, varios días. ¡En el nombre del padre, del hijo, del espíritu santo!… Padre Venancio: ¿No sería menos mala si orino también los troncos?.

Papá no ha tenido más remedio que pedir a mamá y a mí que nos pongamos o no podrá salir gente de ahí abajo para cuando el obispo llegue. Entro, por fin entro y el taller, que es más grande de lo que recordaba, está lleno de recovecos, cuerpos y armazones: cuerpos rústicos, cuerpos a medio pulir, cuerpos incompletos, cuerpos terminados. Hay polvo en el aire, cuesta un poco respirar, la nariz pica. Papá corta un tronco en la sierra sinfín, mi hermano clava una santa, las novicias lijan un apóstol seco. Mamá aparta un gran ángel caído en el pasillo y me hace un guiño para que pase al rincón de los ángeles. Recorro una hilera de alas, y en medio, el cuerpo de un ángel de ébano… tan preciosamente esculpido, tan vívido que decido hablarle. El ruido de la sierra cortadora me obliga a acercarme a su oído. Imagino que me habla. Y para oírlo, acerco también mi oído a sus labios. Jugamos, sonreímos. Yo le digo que no soy ángel, ni santa, que soy virgen. Sonríe y se hace a pulirme el tronco, a tallarme. Yo también abarco su talle para reconocer su textura. Es tan suave que mis labios no lo creen. Siento un olor a madera joven, madera fina, madera dura. Mi corazón se abre, se recoge, se agita como las hojas del laurel en las brisas de agosto. Sus manos de artesano estrujan mi cuerpo y una savia ardiente me recorre el tronco, quemando mis fibras. Ahora todo está impregnado de un embriagante aroma a cerezo y a pino y a comino crespo. Eso, huele a comino crespo. Hay más polvo en el aire, respiro astillada de placer con la dificultad de un fuelle roto, con urgencia, con miedo. Tiemblo. Y un flash de eternidad me santifica. O sataniza, no me importa. Soy un s**o de aserrín toda por dentro, un s**o que se rompe y se derrama. Suspiro. Lloro. Y entre el sofoco y la humedad bendigo el sótano. Qué gusto celestial siento aquí abajo.

Termino con el ángel justo cuando papá va a ver cómo llevo las alas. “No sirves para esto”, dice. Encarga al seminarista de ojos grises para que siga con mis alas y me manda a estorbar arriba. “Nunca vas a aprender a hacer un ángel” remacha. “Yo tengo fe en que sí”, digo mirando al seminarista, y toco madera.

Más tarde papá sabrá —por el Padre Venancio—, que falta una virgen, pero sobra un ángel.

Fin

30/03/2024

Las tradiciones que solo conversan con el pasado desaparecen. Las culturas que innovan y resignifican sus prácticas convierten sus tradiciones en arte, una expresión más noble, más profunda y mucho más perdurable.

Sin miedo. La innovación conjuga tres tiempos: INNOVAR es estudiar el PASADO, jugar con el PRESENTE e imaginar el FUTURO.

17/03/2024

| |✍️ Cuentos & Relatos para lectores extraviados en la red.

SAN BERRAQUIANO El Santo de las buenas costumbres.
(A mi papá, Mariano Carvajal)

Antes de tener iglesia Marinilla ya era un santoral. Por eso nadie se extrañó que el pueblo tuviera un santo vivo: San Berraquiano, el santo de las buenas costumbres. Y no era cualquier santidad tallada en marmóreas catedrales, ni en los sacros escritorios de la diplomacia eclesiástica o acomodada a la fuerza en las apretadas casillas de nombres intocayables que atiborran el calendario litúrgico, no. Era una santidad reconocida por el pueblo y conseguida por puro mérito propio.

San Berraquiano había estudiado bien la misión de los santos, sus devotos y sus encomiendas. Una vez hubo repasado el santoral, decidió abogar por una causa práctica donde no interfiriera con las intenciones de otros santos. Aunque amaba los pobres no se planteó ni siquiera la idea de competir con San Francisco Asís, tampoco con San Juan Diego de Alcalá, patrono de los flores, su pasión amada. No quiso, a pesar de su amor por los animales, disp**arse ese espacio con San Martín de Porres. Cuando tuvo que alimentar palomas o toda suerte de animales huérfanos, San Berraquiano lo hizo humildemente sin robarle protagonismo al santo: —“Aprovechen pues esta comidita de parte del negrito San Martín que los quiere tanto”, decía. En algún momento pensó en ayudar a San Rafael con sus enfermos, pero ni todo ni parte. No quiso hacer como Santa Santa Lucía que colaboraba con la causa de los ojos, ni como San Lázaro que se encargó de las llagas. Quería, en fin, no despertar celos en sus colegas y evitar sacrosantas trifulcas.

Repasó San Berraquiano muchas causas y encontró que si había un San Simeón ‘El loco’, patrón de los titiriteros, él también podía hallar una causa cotidiana, y hasta más necesaria, qué apadrinar. Fue así como se decidió por la urbanidad. ‘El santo de las buenas costumbres’ iba muy bien a su carácter y le podría mantener ocupado en tareas que ya había asumido como suyas: proteger los bienes públicos de vándalos que querían dañar las bancas del parque o reducir a chatarra las canecas para venderlas y comprar vicio, llevar registro de las bombillas rotas del alumbrado público, alertar sobre la falta de tapas de alcantarillado o de contadores de acueducto que podían convertirse en trampas mortales para motorizados y transeúntes; mantener las escalas del atrio y las bancas de la iglesia limpias de chicles, despejar los andenes de mi**das de perro o de uno que otro cristiano que, en su indigencia, tomaba las aceras por un cómodo sanitario al aire libre.

Pronto el pueblo empezó a invocar su nuevo santo. Cada vez que un borracho meaba un poste o dejaba un emplasto de empanadas a medio digerir en la vía, San Berraquiano se materializaba y aparecía como un milagro espolvoreando un costal de aserrín sobre cualquier miseria. Su santidad efectiva tenía jurisdicción sobre los que contaminaban las quebradas que surtían el acueducto, valía para los que tiraban basuras a la calle, ante los novios que se ‘maniculiteteaban’ inmoralmente en las bancas y en los recovecos de la plaza, sobre los que malparqueban motos y carros o los que en plena calle escandalizaban con sus malas palabras…

San Berraquiano honraba todo lo que agregara valor a la sana convivencia; al buen vivir, al buen hacer y al buen decir de su pueblo; pero donde obraba con más milagroso fervor era sobre el jardín de la plaza principal. Allí las plantas habían invertido su ciclo para florecer todos lo días del año. Catleyas, anturios, gladiolos, claveles, petunias, rosas y gérberas, estallaban en colores con descarada exuberancia haciendo menos monótono el gris del concreto. Pinos, azahares y guayacanes amarillos de exultantes de pájaros completaban un paisaje que más bien se erigía como su altar en medio del pueblo.

Con el paso del tiempo, los paisanos más curiosos empezaron a notar un punto levemente luminoso suspendido sobre la cabeza de San Berraquiano. Era algo así como una luciérnaga pero sin luciérnaga que titilaba fundiéndose en el remolino plateado de su coronilla. Años más tarde, el punto se había convertido en un pequeño plato de luz que desde el párroco, hasta el más acérrimo de los incrédulos, habían asumido ya como la prueba irrefutable de su santidad.

En el rebaño de cabezas blancas que rumiaban los sábados desde temprano en la plaza para intercambiar estampillas, billetes y relojes viejos, sobresalía la mollera radiante de San Berraquiano yendo y viniendo de un lado a otro, ya fuera aconsejando marihuaneros, cautivando turistas o relatando epopeyas para los niños que buscaban en él, —cuaderno en mano— las respuestas a sus tareas de historia.

Una de esas tardes en que las mariposas azules y amarillas danzaban al alrededor de su cabeza atraídas por la reluciente aureola, apareció una gran mariposa con dos enormes abanicos rojinegros que al primer aleteo revolvieron el aire mezclando el aroma de los gladiolos con un repelente olor a crispetas y algodón de dulce. El extraño insecto se posó en la cabeza de San Berraquiano y después de un rato cayó tieso con el ruido de un avión de cartón estrellándose contra los adoquines.

A la mañana siguiente, los fieles que asistían a la primera misa de la mañana, observaron con asombro la niebla resplandeciente que cubriría la plaza. En el centro se podía ver la silueta de un hombre, y sobre él, un misterioso aro de luz. Era la aureola del santo que poco a poco iba ampliando su diámetro proyectando un túnel luminoso más y más grande sobre San Berraquiano. Cuando abrió lo suficiente, el santo de las buenas costumbres miró hacia arriba extasiado, abrió los brazos y sobre una nube blanca y densa, atravesó el aro hasta que sus pies se perdieron en la niebla.

Lo juro por él que no me dejaría mentir.

10/03/2024

| |✍️

Cuentos & Relatos para lectores extraviados en la red.

LEY ANTI INSULTOS

Amigo, definitivamente soy pesimista con la política y las leyes de este país. No siento que las cosas estén mejorando, creo que por el contrario, las cosas van a peor. ¿Te has enterado?. Parece que los políticos se han ofendido con los adjetivos desesperados que la gente les lanza a través de redes sociales y ahora han decidido intervenir el lenguaje. ¡Imagínate!, muchos malparidos!!!

Sí, sí, es una palabrota muy burda y altisonante, lo sé; pero teniendo en cuenta que a partir de la próxima semana quedará abolida, entonces bien vale la pena usarla por última vez: ¡malparidos!, ¡malparidos!, ¡malparidos!.

En el listado también aparece la palabra corrupto. Hasta ahora nos habían obligado a anteponer el adjetivo ‘presunto’ aun cuando las evidencias, los procesos y las condenas, dejaban a los corruptos contundentemente expuestos; pero según las nuevas disposiciones, ya ni siquiera podrá mencionarse ‘presunto corrupto’ porque la palabra que desaparecerá solo describe el finifugaz milisegundo en que un padre de la patria pudo haber recibido una coima o haberse embolsado el presupuesto. Eso no define el resto de su vida, ni el antes, ni el después, y eso resulta injusto porque, a juicio de los propios congresistas, no puede ponerse en tela de juicio ni la honra ni el derecho al buen nombre por una mierdésima de tiempo. Y digo mierdésima invocando la la escatológica palabra mi**da que también está incluida entre las que pronto sufrirán una extinción obligada.

De ahora en adelante, de ningún ciudadano que ostente el servicio público, podrá decirse que es un ‘hablador de mi**da’, tampoco que su partido político o su ideología ‘son una mi**da’, ni que por cuenta del erario le pagan por ‘no hacer ni mi**da’… en los próximos debates, la oposición podrá destruir los argumentos del gobierno, pero no podrá reclamar una victoria por haber ‘vuelto mi**da’ las reformas. Por muy enconadas que resulten las discusiones, nadie podrá mandar a ‘comer mi**da’ un colega, so pena de perder la investidura y que lo manden a la ‘p**a mi**da’. Solo podrán mandarlo a la p**a y no más. El artículo incluye sinónimos como c**a, plasta, bollo, mojón y popó. Por 13 votos contra y 17 a favor, se salvó la palabra ‘miércoles’, usada con intensión de decir mi**da.

Por el contrario, las palabras ‘rata’ y ‘roedor’ como adjetivo para calificar la inmoralidad de un funcionario, fueron abolidas por unanimidad. Los roedores tendrán que ser llamados por su nombre específico: al castor se le deberá llamar castor, a los topos, topos, a las ardillas, ardillas y así con los demás animales del género. Adicionalmente, todos los textos deberán ajustar su versiones si pretenden circular en territorio nacional; así ‘la rata de dos patas’ de Paquita Gallego, ‘la rebelión las ratas’ de Soto Aparicio, y otras, tendrán que buscarse otros títulos.

Los principales ponentes de esta ley anti insultos están haciendo saber que es apenas el comienzo de un proyecto que busca moderar el lenguaje crudo y violento con el que la ciudadanía manifiesta cotidianamente su descontento. Al parecer hay otro paquete en el que se incluyen palabras como: chancuco, hijuep**a, la*****os, maturranga, parapolítico, cebeyé, malandro, desfalco, serrucho, pirobo, chanda y narcopolítico.

Para la mayoría de los ciudadanos, estas no dejan de ser medidas ridículas que no abordan las verdaderas necesidades del país, sin embargo, los sáuricos líderes de los principales movimientos políticos aseguran, sardónicamente, que es una decisión trascendental de la que se espera que, a partir de la sanción presidencial, no exista más en la política ningún malparido, ningún corrupto y ninguna rata. Tampoco se volverá a hablar popó ni se volverá a prometer tanta c**a que siempre termina volviendo mi**da el país.

“La comedia no discrimina, se ríe de todo: de la solemnidad, de la tragedia, se ríe de lo sofisticado y lo simple. La co...
06/03/2024

“La comedia no discrimina, se ríe de todo: de la solemnidad, de la tragedia, se ríe de lo sofisticado y lo simple. La comedia tiene capacidad de desmantelar y mostrar las fisuras” Daniel Habif

16/02/2024

SOBRE CÓMO LLEGAMOS AQUÍ CON LA CULTURA

Medellín es un distrito rico en diversidad de formas y expresiones del arte y la cultura. Hay muchos sectores, retos y expectativas que atender, y que hacen de la Secretaría de Cultura un desafío particularmente intenso.

Durante muchos años enfrentamos la violencia, aprendimos a reconocer los territorios y a construir tejido social a través de la lúdica. En tiempos en que las autoridades no pudieron entrar a los barrios, chirimías, danzas, títeres y payasos, fueron quienes rescataron a niños y jovenes de las garras de la violencia. (Para tratarla creé a Campoelías y El Puntudo, ‘Los parceros’… ¡y muchas denuncias hicimos entre risas!)

Por fortuna, muchas iniciativas se conviertieron en procesos valiosos de creación y formación, luego en organizaciones culturales con protagonismo y liderazgo en las comunas. Todo esto facilitó que las comunidades comprendieran la trascendencia que tiene lo cultural y su valor como herramienta de integración y transformación social.

Con el esplendor arquitectónico vinieron la renovación y la construcción de nuevos equipamientos: museos, teatros, parques biblioteca, escenarios al aire libre, etc. Esto incentivó la ampliación y la creación de programas (redes de creación, bibliotecas, etc) ferias, festivales, eventos y mayor participación de talentos. Con su capacidad de gestión y organización, las entidades culturales lograron fortalecimiento y empoderamiento a través de políticas culturales más participativas.

Sin embargo, como lo hemos denunciado en los últimos años, estos procesos han venido en deterioro. El valor intangible que retrocedimos en cultura y educación ciudadana es incalculable. Por eso el malestar del sector y de la ciudadanía: urge un liderazgo que junte, que articule y que recupere lo perdido. Hoy en Medellín no nos conformamos con menos.

24/12/2023
17/12/2023

| |✍️

Oigan pues, escribí otro relato corto para lectores incógnitos que viajan por esta red. ¡Disfrutenlo!

CARMENZA

Por fin vuelvo a ver a Carmenza. Hace tiempo lo soñaba; pero siempre hubo una carta muda, un motivo esquivo, un teléfono mu**to. Son las 4 de la tarde, en la taberna las luces estroboscópicas y la bola espejos bailan solas sobre la pista al ritmo de la cumbia.

🎶“Linda muchachita que algún día crecerás y emociones a mi vida tu le darás”…🎶

Entre las paredes negras la figura psicodélica de Che Guevara resaltada por el neón, vigila el pequeño salón de baile. La música rebota contra las paredes mientras observo cómo en el centro del vaso, las vibraciones van formando ondas rítmicas que erizan el líquido y mueren contra el cristal. La atmósfera del lugar emborracha. El aire aceitoso es una mezcla de alcohol, desinfectante limón y perfume de p**a.

Es temprano, en la taberna no hay más clientes que nosotros dos. Carmenza y yo nos conocimos hace un año atrás, justo en su fiesta de quinces a donde llegué por un amigo suyo. No dejé de mirarla, no dejó de mirarme. Al final de la fiesta los invitados se fueron uno a uno. Quedamos ella y yo. Carmenza y yo, solos, contra los ojos celosos de su madre y 6 hermanas.

Durante un año no hice más que repasar su rostro en mi mente. Primero con el recuerdo, después con la imaginación. La memoria es miope y con el tiempo se me hizo borroso. O quizás lo malgasté en sueños dulces y fantasías obscenas. Tengo que fijarlo de nuevo pero mi cuello no gira, su presencia me paraliza. Sentados el uno al lado del otro, sus ojos y los míos están a dos cuartas de distancia y solo logran encontrarse a varios metros, en los espejos ahumados de la pared del fondo. La pista sigue sola

🎶Colegiala, colegiala, colegiala no seas tan coqueta, colegiala, colegiala, colegiala de mi amor…🎶

Sentados en la misma mesa Carmenza y yo recordamos nuestra primera cita hace un año. Las manos frías y sudorosas, las miradas en el espejo ahumado de la pared del fondo, la imagen de Che Guevara resaltada por el neón, los círculos que no se tocaron calcados en la mesa por los vasos húmedos, las palomitas de maíz frías, blandas y con sabor a viejo.

Otra vez vuelvo con su rostro desgastado en mi memoria. Hace un año Carmenza vino para decirme que se iba a la guerrilla con sus 6 hermanas. Y desde entonces soy consiente de la carta muda, del motivo esquivo, del teléfono mu**to.

Ahora son las 6 de la tarde. El aire es más aceitoso y es aún más concentrado el olor a alcohol, desinfectante limón y perfume de p**a. No hay clientes más que nosotros dos. Carmenza busca mantenerse lejos de la policía, a mi busca mantenerme lejos de sus camaradas. La bola de espejos baña su rostro con parches de colores y entonces lo veo como una metáfora del camuflado militar. Carmenza sigue al mesero que da la última pasada a la pista con la trapeadora, escurre, recoge el balde y se va. El neón hace mal contacto y el Che Guevara espabila, yo miro de reojo y veo dos chicos besarse en el espejo ahumado de la pared del fondo. La música llama.

🎶"Adiós amor, adiós mi bien, le ruego al señor que seas feliz y tu al leer mi carta final, comprenderás que no cumplí el juramento"…🎶

Hoy volví a la taberna. Mi última visita fue hace un año. Esa vez las lámparas estroboscópicas estallaban sobre la pista como granadas de luz. Carmenza y yo jugamos con los círculos de los vasos húmedos sobre la mesa. Los calcamos juntos, uno sobre otro, tocando sus contornos, unidos por una intercesión, haciendo conjuntos. Nos besamos, me dejó un brazalete y en el las iniciales de quién me la quitaba. Decía ELN, Ejército de Liberación Nacional.

La figura psicodélica de Che Guevara ya no alumbra. La música rebota contra las paredes mientras observo cómo en el centro del vaso, las vibraciones van formando ondas rítmicas que erizan el líquido y mueren contra el cristal. La atmósfera del lugar marea. El aire aceitoso baja por mi garganta como un shot de alcohol, mezclado con desinfectante limón y perfume de p**a. La pista sigue desierta. Miro y en el espejo ahumado de la pared del fondo, veo un hombre solo en una mesa para dos. La silla vacía es una carta muda, un motivo esquivo, un teléfono mu**to.

Fin.

Address


Alerts

Be the first to know and let us send you an email when El Teatrico posts news and promotions. Your email address will not be used for any other purpose, and you can unsubscribe at any time.

Contact The Business

Send a message to El Teatrico:

Videos

Shortcuts

  • Address
  • Telephone
  • Alerts
  • Contact The Business
  • Videos
  • Claim ownership or report listing
  • Want your business to be the top-listed Event Planning Service?

Share