De San Luis, rodeada de montañas, en una bella cabaña, vivía Cocó con su sobrino. Esta buena mujer de unos 60 años, de corazón noble, era muy querida por todos los habitantes del pueblo. La vida le regalo un hermoso sobrino, que por razones desconocidas su madre había abandonado. Cocó no lo dudo ni un segundo y adopto al niño con mucho amor y ternura. Así transcurrieron 5 años lucha y aprendizaje,
en los cuales Tía Cocó trabajaba sin cesar para que a su pequeño sobrino no le faltara nada. Ella era una fuerte mujer y muy decidida en todo, tenia una pequeña granja y hacia artesanías. Poco a poco, peso a peso lograba que nunca faltara la comida en su hogar. Cocó se desempeñaba muy bien en todo tipo de labor, menos en la cocina, todas las comidas por mas simples que fueran, a tía Cocó no le salían sabrosas. El sobrino había acostumbrado su paladar a las desabridas comidas de su tía, aunque finalizaba con un tazón de leche para saciar el hambre. Tía Cocó siempre lamentaba el no poder cocinar rico para su amado sobrino. Una noche muy fría del mes de Abril, golpean la puerta de la cabaña, y Tía Cocó pasmada se pregunta:- ¿Quien puede ser a esta hora?. Para su sorpresa al abrir la puerta se encuentra con un duende que estaba perdido y la noche lo venia congelando. Cocó sin dudar lo invita a pasar y le prepara una sopa calentita. El duende muy agradecido por la hospitalidad de la señora, le ofrece que le pida un deseo, que él en un abrir y cerrar de ojos se lo concedería. Tía Cocó se queda pensando mientras le sirve el plato de sopa. El duende con muchas ganas prueba la primera cucharada de aquel plato caliente, mientras los ojos de Cocó no dejaban de observar, ya que ella sabia que todas sus comidas eran realmente feas. Lentamente el duendecillo va tomando la sopa sin mencionar palabra. Tía Cocó rompe el silencio diciéndole que su deseo era poder cocinar sabroso, ya que jamas lo había logrado. El duende gesticula con la cabeza una aceptación, le toma las manos a Cocó, diciéndole que a partir de ese instante y para el resto de su vida ella tendría el libro mágico de las mejores recetas del mundo y el DON en sus manos para realizarlas. Tía Cocó se emociona hasta las lagrimas, por fin podría cocinarle a su pequeño sobrino y deleitarlo con platos ricos todos los días. El duende le pide solo una promesa, que cuando el pequeño niño fuera mayor, debía regalarle el libro y automáticamente el DON mágico y único de la excelente cocina pasaría a su sobrino. Cocó sin dudar y con gran alegría da su palabra. El duende se despide y regresa a su camino. Desde esa noche Tía Cocó realiza las mejores comidas del mundo, tiene las mágicas recetas y en sus manos el DON de aquel duendecillo. TÍA COCÓ fue contratada para los mejores restaurantes y eventos. Así pasaron los años y aquel pequeño niño ya era un hombrecito, de manera que Tía Cocó cumplió con su promesa, le regalo el libro de recetas, acaricio sus manos y desde ese día, existe un solo lugar en el mundo, donde las mágicas recetas tienen el sabor único e inigualable de TÍA COCÓ.