23/12/2023
Un poema de regalo para Navidad.
LOS CRUELES.
La crueldad es un abstracto
si fuera solo una palabra.
Pero no la conducta de los crueles
que saben del poder destructor
sobre los cuerpos, ajenos.
Quieren ascender al Gólgota
para ejercer su pulsión,
lejos de toda piedad y misterio.
Ajenos a toda empatía.
No entienden de la palabra víctima.
La crueldad es doblemente humana,
innata como la de los animales,
pero adquirida como la cultura.
Es cuando las palabras
no logran su cometido,
y viene el garrote, la guadaña,
la hoguera, el ataúd,
la guillotina o la motosierra.
Uso aberrante del lenguaje.
Podría ser momento de retiro,
de soledad. Reflexivo.
Un poema ambiguo. Recluido.
De patio trasero.
Un modo de guarecerse
en el rincón de los silencios.
El amor llega a ciertos límites,
luego genera odios sin límites.
Seremos una pluma que cae
levemente con toda su potencia
para escribir nuevas narrativas
en un mundo de insensibles.
Sabemos que la verdad duele,
pero es un dolor que enseña.
La palabra encontrará la página,
o escribirá en la piedra, en el aire.
Pondrá el grito en la tierra
y los pies en el cielo
contra la tiranía de los impolutos.
Se sabe, o aprendemos
que el pensamiento, precede
a las opiniones,
se sabe que el tiempo nos cura
de falsas predicciones.
Aprendimos que el futuro
está siempre hacia adelante,
como los abismos.
La banalidad del mal,
no tiene reparos, ni pudores,
vendrá a desafiarnos con su espíritu
propenso a la diatriba:
Hay que canncelar, destruir, eliminar.
Anomalía de los verbos dañinos.
El cruel no tiene miramientos
despedaza a la presa
lo muerde y no larga.
Los reprime,
los tortura y los desaparece.
No tienen remordimientos.
Las bestias, se le parecen.
No tengamos nada que ver con ellos.