12/02/2024
Hoy les dejo una reseña de una Orquesta que no es muy escuchada en las Milongas...🤷♂️
Florindo Sassone
Cuando intervino al frente de su orquesta, en el Festival de Tango que se celebró en el Teatro Colón, en 1972, dijo luego en los camarines: "Ha sido una de las mayores satisfacciones de mi vida como músico. Tocar en el teatro más importante de Argentina, aportar mi granito de arena a la fiesta del Tango en este Coliseo maravilloso y compartir con otros grandes del tango esta noche única y tan esperada".
Tenía 60 años en dicho momento y lo cierto es que su militancia dentro de la música popular tuvo altos y bajos, aunque siempre permaneció en un segundo plano, salvo en aquellos momentos, entre 1946 y 1950, que contó con el aporte de un ascendente Jorge Casal como cantor de su orquesta. Fue todo un impacto por la envergadura del intérprete que se iría con Aníbal Troilo, luego de triunfar con su voz y su pinta, en la formación del violinista del barrio de Liniers.
Pedro Florindo Sassone no ocultó nunca sus preferencias por oquestas como las de Carlos Di Sarli y Osvaldo Fresedo y en sus interpretaciones, es palpable cierta identificación por ese tipo de ejecución melódica, aunque no resulta para nada una vulgar imitación, sino su estilo. Porque Sassone era músico formado, había estudiado armonía y comenzado su carrera con Antonio Polito en 1930. Tenía entonces 18 años y tomaba el tranvía en su barrio para llegar al centro y comenzar su jornada laboral.
Un año más tarde daba el salto a la triunfadora orquesta de Roberto Firpo y se apilaría con su violín en la fila de cuerdas del conjunto de Osvaldo Fresedo, su gran aspiración. En 1935 decide conformar su propia orquesta, con el joven Alberto Amor como vocalista y en enero de 1936 debutará en Radio Belgrano con la misma, que era todo un síntoma, dado el prestigio y audiencia que tenía la misma. Había dejado el violín a un lado y desde entonces manejará la batuta.
De allí saltaría a radio el Mundo, la otra gran emisora que alineó a tantos próceres del tango en sus ondas. Sassone tenía grandes aspiraciones e ideas que habían tanteado Canaro o Fresedo, y no dudó en incluir instrumentos poco habituales en el tango, como arpa, percusión, y otras herramientas que le sirvieron para ocupar un espacio permanente en los mediodías de la emisora y permitirle lucir su nombre en los carteles nocheros del café Nacional y la boite Marabú.
Había logrado arribar a la meta soñada, codearse con los ídolos populares del tango y ser aplaudido en locales colmados de tangueros. Pero, de repente, y por motivos nunca totalmente explicados -aunque él adujo dedicarse a sus negocios particulares-, abandona los escenarios, la radio, disuelve la orquesta y desaparece de la órbita tanguera, cuando ya había sembrado lo suficiente y aparece esa opacidad interesada e inexplicable que lo aleja de los aplausos de 1940 a 1946 incluído.
Pero por algo le pica el bichito del tango, y en 1947 vuelve a formar orquesta. Y cuenta con una baraja ganadora de mucho peso: su nuevo y joven cantor Jorge Casal (Salvador Carmelo Pappalardo), que, desde el arranque cautiva a todo el mundo y la orquesta brilla en radio, en bailes y escenarios céntricos. Además incorporará a otro vocalista, que es nada menos que Roberto Chanel, asegurándose una dupla de cantores de mucho arrastre.
Sassone ya no se bajará de los carteles y a partir de la deserción de Casal irá incorporando a otros cantores como Rodolfo Galé, Ángel Díaz, Fontán Luna, Mario Bustos, Gloria Díaz, Rodolfo Lemos, Oscar Macri, Andrés Peyró, Zulema Robles y otros. Y entre los músicos que militaron en su orquesta en estos años cabe citar a Osvaldo Requena, Roberto Guisado, Leopoldo Federico, Julián Plaza, Armando Cupo, Norberto Ramos, Osvaldo Manzi, Domingo Moles, Luciano Leocata, Pascual Mamone, Eduardo Rovira, Claudio González, Daniel Lomuto, Domingo Mancuso, Carlos Arnáiz, José Nieso, Ángel Dominguez, Enrique Marchetto.
Cabe consignar el éxito que obtuvo su orquesta en Japón, durante el año 1966, extendiéndose su gira por todo el país, más tiempo del inicialmente contratado, y con Mario Bustos como cantor. Incluso volvería seis años más tarde con nuevos músicos, su consabida fila de violines con seis ejecutantes y al regreso le esperan también largas actuaciones en diferentes países de Sudamérica, donde es muy apreciado.
En total dejaría 246 registros con su orquesta, que hoy día son muy difundidos y también 14 con su sexteto. Como compositor no dejó una gran herencia, destacándose la milonga Baldosa floja, en colaboración, y su tango El relámpago.