04/10/2019
Una de las cosas más importantes que he aprendido a lo largo de este camino llamado vida, es que el amor más importante de todos, es el amor propio. Y que una vez que lo comprendes, no aceptas en tu vida un amor menos intenso que ese.
Pero amarse a uno mismo, no siempre es un camino sencillo, ya que ante todo, es aceptarnos incondicional y completamente en todos nuestros aspectos. Tanto nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestra alma. Porque de no ser así, sin este amor, nos volvemos personas vacías con la necesidad de la aprobación y reafirmación constante de los demás. Y en base a esa aprobación o rechazo es que medimos nuestra valía, lo cual nos lleva a involucrarnos, regularmente, en relaciones tóxicas, destructivas, porque no somos capaces de exigir ser tratadas con el respeto y el amor que merecemos.Amarse a uno mismo es todo un arte, un reto y una gran lección, pero una vez que lo dominas y te aceptas tal como eres, con tus imperfecciones y tus cualidades, con tus debilidades y fortalezas, te vuelves más fuerte, más segura de ti misma, más grande y brillante, más verdadera, por lo que no permites que nadie que no lo valore, opaque tu vida. Te amas tan fuerte que exiges la misma intensidad.
Una mujer que se ama a sí misma, sabe que es única y tiene mucho que ofrecer. Que no vino a este mundo a ser la opción de nadie, por lo que no quiere ni permite un amor a medias, inseguro, lleno de dudas, y mucho menos, ser la sombra de nadie. Las migajas son para los conformistas, personas que no aspiran a más porque no creen merecerlo y ella, como la mujer valiosa que es, merece que la amen, le den atención, tiempo y lo más importante, respeto.