30/12/2024
Único e inigualable.
Te pueden robar las ideas pero nunca el talento.
Nos ha pasado a todos. De repente se te ocurre una idea que te parece buena o das con la clave en algo dentro del trabajo, por ejemplo, y alguien decide hacerla suya. Es demasiado tarde para reclamar su propiedad: te la han robado y te sientes frustrado.
Si somos realistas, por otro lado, es posible que tú hayas hecho lo mismo con la idea de otro. Es totalmente normal que ocurra, aunque no nos parezca acertado ni justo. Esto es, las ideas vuelan, son libres una vez proclamadas en alto y quedan expuestas a cualquier mente. De hecho somos malos recordando fuentes, somos buenos recordando ideas.
La confianza en uno mismo es imprescindible en todos los ámbitos de la vida.
Prácticamente desde que nacemos somos sometidos a comparaciones. Fuimos el bebé más inquieto, el menos risueño o el que más tarde aprendió a caminar. A medida que crecemos nos instan a ser tan obedientes como nuestro hermano, tan sociables como nuestro primo o tan deportistas como nuestro vecino. Una vez que iniciamos la escuela los estándares se materializan numéricamente.
Juzgan nuestras capacidades en base a un sistema rígido y desigual y asocian nuestra valía personal a nuestras calificaciones. Crecemos siendo el más listo, el más vago, el más aplicado o el que menos capacidad tiene para los idiomas. Nunca somos nosotros, sino nosotros en comparación con los demás.
Nadie evaluaría a un pez por su capacidad para trepar a un árbol ni a un pájaro por su capacidad para bucear. Sin embargo, se establecen expectativas uniformes a las que todos hemos de adecuarnos y que definirán la imagen que tenemos de nosotros mismos.
En realidad, este sistema competitivo en el que estamos inmersos desde la más tierna infancia produce un daño que es independiente de las calificaciones del alumno. Pues a todos nos enseñan a compararnos, a medir nuestro valor por nuestra capacidad de cumplir expectativas ajenas. El sistema no nos orienta o motiva para descubrir quienes somos en realidad, quienes queremos ser.
El talento es personal.
El talento es único, personal e intransferible. Es un arma poderosa que habla de nosotros mismos y de la forma que tenemos de plantearnos el mundo. No es algo que pueda prestarse, ni copiarse. El talento es natural y solo pide ser potenciado para dar los mejores resultados.
Muchas veces surgirán ideas nuevas, creaciones personales o reflexiones interesantes que otros podrán quitarte pero nunca concebir.
Dedica tiempo suficiente a ello y verás cómo consigues encontrar el lugar en el que enseñar todo lo que vales. Nunca es demasiado tarde, nunca es demasiado difícil y nunca es imposible de lograr. Tan solo hace falta creer en uno mismo y confiar en las posibilidades que a cada uno nos ofrecen nuestras aptitudes.
El talento es natural pero necesita ser trabajado con esfuerzo. De hecho, si se quiere potenciar de alguna manera aquel debe ser gestionado correctamente: focalizar el lugar dónde se puede desarrollar y tener una actitud acertada para hacerlo.
Nadie puede quitarnos eso una vez lo hayamos logrado. Si tenemos talento dentro de una empresa, encontraremos el camino para demostrarlo; aunque nos roben ideas, reflexiones y proyectos. El talento es algo que se hace notar cuando se explota al máximo.
Sí, siempre habrá alguien más alto, más delgado, más creativo con mejores ideas, más rápido y más experimentado. Sin embargo, nadie es como tú. Solo tú puedes ofrecer tu esencia: ese es tu gran fuerza.
Nadie es como tú, y ese es tu poder.