17/02/2024
En el jardín del mundo, flores se alzan,
bajo el sol, sus colores brillan y danzan.
Unidas, buscan extender su fragancia,
dar esperanza, amor, sin distancias.
Pero en este vergel no falta la sombra,
donde el ego anida y con sutileza asombra.
Intenta oscurecer el brillo de la unión,
sembrando dudas, miedo, desilusión.
"¿Para qué unirnos?", susurra al oído,
intentando que el esfuerzo quede sumido
en el olvido, que la caridad sea solo un eco,
una ilusión perdida en el viento seco.
Mas las flores, fuertes, resisten la embestida,
saben que juntas, la luz nunca es vencida.
Por cada voz que intenta dividir y desviar,
mil corazones latirán, dispuestos a amar.
La caridad, un puente de almas que se extiende,
más allá de egos, más allá de lo que se entiende.
Es un lazo que, pese a la tormenta y marea,
une voluntades, en la esperanza crea.
Porque aunque algunos intenten hundir la idea,
la unión verdadera nunca se despega.
Sobre las aguas turbulentas de la envidia y el dolor,
la caridad es el faro, el eterno resplandor.
Así, en el jardín del mundo, las flores seguirán,
mostrando que el amor y la unión jamás morirán.
Por cada intento de dividir, de separar, de herir,
mil manos se unirán, dispuestas a construir.
Que este poema sea recordatorio y señal,
de que la bondad siempre triunfará al final.
Aunque los egos intenten oscurecer el día,
la luz de la unión brillará con más fuerza y armonía.