15/03/2022
Jose: “Me acabo de enterar esta mañana de que salimos este miércoles para Polonia, a la frontera con Ucrania.
Había escuchado que los bomberos de Coruña estaban organizando un viaje allí y que querían representación de la Policía. Me apunté, y me tocó por antigüedad. Vamos cuatro compañeros; uno de ellos controla Polaco, sabe algo de Ruso y lee el Ucraniano. Va ser una gran ayuda.
Vamos a conducir durante cinco días, sin parar para dormir y turnándonos. Y vamos a llevar ropa y alimentos allí, y a traer, creo, a unas treinta o cuarenta o personas, en minibuses y furgonetas. La verdad es que hay muchas cosas que todavía no sé, y estoy un poco nervioso. A mí me encanta viajar, pero esto, claro, no es un viaje al uso. No sabes qué te vas a encontrar, ni qué puede pasar, y vamos a hacer 6.000 kilómetros en cinco días. Y a la vuelta viene lo gordo: volver con una gente muy dañada por todo esto, con una mochila sicológica tremenda. Son situaciones a la que no estamos acostumbrados más allá del cine o las noticias, e imagino que mi nerviosismo viene por ahí. A ver cómo lo gestiono. Eso sí, confío mucho en el grupo que vamos, tanto en los polis como en los bomberos, y eso me da mucho confianza”.
Abelardo: “Yo estoy nervioso también, pero con ganas de arrancar. Toda esta espera se hace dura: llevo desde el sábado sabiendo que marchaba, y no puedo pensar en otra cosa. Por lo demás estoy con preparativos, consiguiendo material: ropa para el frío, s**o térmico, chupa de montaña… esas cosas. Vamos a estar bajo cero durmiendo en una furgoneta, y tenemos que estar preparados. Y el resto, bueno, la familia está sorprendida y mi pareja asustada, pero yo, aun así, no lo dudo. Supongo que es porque me gustaría que, si yo lo estoy pasando mal, alguien me echara una mano. En una palabra, que empatizaran”.
Jose: “También es verdad que influye que los medios le están dando más p***a a esta guerra que a otras, y también -y esto es muy egoísta-, que a los seres humanos nos resulta más fácil identificarnos con alguien que tiene un tono de piel parecido al nuestro y que vive en un piso, que con alguien que duerme en una choza y que caza con lanza. Es chungo, pero es así. Y luego está el hecho de que una guerra como esta puede tener unas consecuencias mucho más devastadoras y a muchos más niveles que, yo qué sé.. una guerra civil. Y otra cosa más, esta a título personal: a mí, si esta tropa me dice de irnos a Siria, a Mongolia, o a dónde sea, yo me lío la manta a la cabeza y voy. No solo sufren en Ucrania. Y te digo que si allí nos encontramos a un ruso herido lo vamos a subir al furgón y lo vamos a llevar al hospital. No tengo duda. Vamos a ayudar a gente. Es una obviedad”.
Aceña: “Estamos colaborando con la Asociación Gallega de Ayuda a Ucrania, y contamos con el respaldo económico del Concello, pero únicamente dentro de nuestras fronteras; a partir de Francia tenemos que costearnos nosotros todo. Además de combustible y peajes, sabemos que habrá otras necesidades con las que nos gustaría seguir ayudando, porque la situación humana que hay detrás del conflicto se va a extender durante mucho tiempo. Es algo sin precedentes en Europa desde hace muchas décadas, y queremos estar preparados, así que hacemos un llamamiento a los vecinos para que, dentro de sus posibilidades, colaboren.
Las administraciones públicas están desbordadas, y mucha de nuestra capacidad para ayudar va a depender de la ciudadanía. Los que tenemos la capacidad de organizarnos -porque algo como esto no es fácil de hacer a título particular-, y de asumir ciertos riesgos personales, necesitamos ayuda. Toda la que podamos conseguir va a ser poca”.
Abelardo, Aceña e Jose. (De esquerda a dereita)
Barrio da Monte Alto.
Semana oitenta e unha da “Nova Normalidade”.
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🗣Onte xa empezaron a recibir doazóns pero, como di Aceña, toda axuda é pouca.