19/05/2024
Han pasado seis años desde el enlace entre el príncipe Harry y Meghan Markle, al que asistieron 2.640 invitados. Una de las grandes incógnitas era el look que la novia había elegido.
EL VESTIDO
Eligió un estilo minimalista y sencillo prefiriendo prescindir de los encajes y bordados decorativos que llevaron sus precedesoras que quedaron reservados para el velo.
A las 12 en punto, Meghan entraba, sola, en la Capilla de San Jorge, situada en el Castillo de Windsor, con un diseño de Clare Waight Keller.
Sí que estuvo presente -y fue muy protagonista- el escote barco, tan representativo de su estilo que desde entonces se conoce como ‘escote Meghan’, que descubría ligeramente los hombros. Desde él, las líneas se extendían hasta la parte posterior, que dibujaba pliegues suaves gracias a la enagua de organza de seda.
Los detalles del VELO
Eligió llevar el rostro velado. las dimensiones del espectacular velo Meghan Markle recordaban más al que Diana de Gales llevara en su enlace. Estaba confeccionado en un delicado tul de seda y medía cinco metros, por lo que cumplía la regla no escrita de no superar los siete del de Diana
Sin duda, frente a la sencillez del vestido, el velo se convirtió en uno de los grandes protagonistas del estilismo. Como era de esperar, aportaba un toque romántico y tradicional con los bordados del bajo. Según desveló la propia Casa Real, Meghan quiso rendir homenaje a los 53 países que configuran la Commonwealth. Para ello, investigó junto a la diseñadora, Clare Waight Keller, cuáles eran las flores representativas de cada uno de estos territorios e idearon una especia de guía botánica que fue bordada a mano. A esas 53 flores, Meghan Markle quiso añadir dos más: la flor de macasar, que crece en los terrenos del Palacio de Kensington frente a Nottingham Cottage, y la amapola californiana, la del estado donde nació ella. En la parte delantera del velo, dos espigas de trigo simbolizaban la caridad y el amor.