A día de hoy, el Convento de la Luz ofrece sus espacios abiertos y cerrados para la celebración de catering de bodas y todo tipo de eventos privados.
En 1409 nació, en la entonces Villa de Moguer, el que luego sería ilustre caballero Don Diego de Oyón y Sánchez, por voluntad de quien se erigiría, a su fallecimiento, el impresionante Monasterio de Santa María de la Luz de la Orden de los monjes jerónimos, actualmente conocido por Convento de la Luz, principal institución monacal en la España de los siglos XV y XVI.
Don Diego inició su andadura profesional como paje del ilustre señor Luis Fernández Portocarrero, señor de la Villa de Palma del Río y de la Villa de Hornachuelos.
Bajo el cobijo de aquel noble, estudió Leyes y se casó posteriormente con la ilustre señora Doña María de Cárdenas. Consumado jurista, fue a la Corte Real de Castilla como procurador del poderoso Duque de Medina-Sidonia, Conde de Niebla, y consiguió una real cédula para que la ciudad de Gibraltar y la Villa de Jimena pasaran a formar parte de las propiedades de este. En agradecimiento, el duque lo hizo alguacil mayor de Gibraltar, el 18 de septiembre de 1466. Don Diego de Oyón pasó a ser caballero de la casa iliplense, siendo nombrado en 1474 regidor perpetuo de la villa de Niebla y en 1476 corregidor del Condado.
Como pago de sus múltiples y notorios servicios, el V Conde de Niebla, don Juan Alonso Pérez de Guzmán, le entregó la Hacienda de Parchilena, mágico lugar donde decenios más adelante se erguiría el Convento de la Luz.
En 1491, Diego de Oyón otorga testamento a favor de los monjes jerónimos de Guadalupe (Confirmado por el de su señora, en 1495), cediéndole, todos sus bienes, con la única condición de que erigiesen en los terrenos de la antigua Hacienda de Parchilena un Convento en honor de Nuestra Señora de la Luz, en el que tenían que habitar con carácter permanente un mínimo de doce monjes, que asegurasen la celebración de misas diarias por su alma y las de sus familiares directos.
El general de la Orden Jerónima había encomendado al monje de Guadalupe, Fray Juan de Siruela, la erección del Convento de la Luz.
Al cabo de los años, Fray Juan de Siruela, primer prior del Convento de la Luz, sería nombrado prior de Guadalupe y atendería a su lecho de muerte al rey Fernando el Católico. A lo largo de más de tres siglos de vida monacal, hasta que en 1836 se exclaustra por la desamortización de Mendizabal, el Convento de la Luz fue un foco de espiritualidad, cultura, ciencia y riqueza agrícola. Un hecho luctuoso fue la ocupación y devastación por parte de las tropas francesas en la Guerra de la Independencia de 1908, que por su posición privilegiada eligieron como centro de operaciones.
La propiedad del monasterio pasó en 1836 al capitán de navío Ramón de Urzaiz, que posteriormente emparentó con la familia Pérez de Guzmán, que lo mantuvo en su poder hasta 1972, cuando fue adquirido por Enrique Clauss von Radecki. Desde la desamortización había vuelto a su condición de hacienda-cortijo, con explotación de vinos y aceites. Enrique Clauss inició con su compra una profunda restauración del Convento, que se encontraba entonces sumido en un importante deterioro.
Trascurridos cuarenta años desde entonces, hoy, el Convento de la Luz luce su mejor imagen, digna de su Advocación original, Nuestra Señora de la Luz, inspirada en el siglo XV por su homónima Virgen de Guadalupe.
El complejo monumental se alza sobre un cerro cercano al núcleo urbano de Lucena del Puerto (Huelva). Destaca por su majestuosidad y sencillez, constituyendo una arquitectura parlante de épocas diversas, un conglomerado de estilos que hicieron necesaria su catalogación como Bien de Interés Cultural en 1985.