05/10/2023
Diario SUR
Muere Miguel Robles, el decano de los marisqueros malagueños
El fundador de la mítica marisquería Alaska ha fallecido a los 90 años dejando huérfanos a los hosteleros malagueños
Miguel Robles empezó vendiendo almejas durante la postguerra con su abuelo a lomos de un borriquillo. Iban por las casas, y las ofrecían por medidas en jarrillos. El decano de los marisqueros malagueños, fundador de la histórica Alaska, falleció el pasado fin de semana dejando huérfana a la familia de los hosteleros malagueños.
Padre del propietario de la marisquería Noray y abuelo de los sucesores de la taberna Alaska, Miguel era el mayor de una estirpe de marisqueros y hosteleros. Quienes lo conocían aseguran que era una persona trabajadora, con una sonrisa siempre en la boca, a la conocía casi toda Málaga por su carisma y dedicación. El querido hostelero falleció el pasado sábado a los 90 años.
Miguel abrió la marisquería en 1953 en la céntrica plaza San Pedro de Alcántara, en la capital, y estuvo al frente del negocio hasta el año 2000, cuando tuvo que abandonar el edificio al declararse en ruina y decidió jubilarse. Posteriormente, en el año 2019, sus nietos David y Adrián Robles recuperaron el nombre del negocio con la apertura de una taberna que desde el primer momento se concibió como un homenaje a su abuelo.
En un reportaje publicado por este periódico en el año 2016, Miguel se mostraba orgulloso de pertenecer a una familia compuesta por cinco generaciones de marisqueros. La segunda, la de su padre, dejó las almejas para vender camarones cocidos por las terrazas de los bares que llevaban en cestas o con una angarilla. «También vendíamos en la puerta de los cines caracolas, que la gente llamaba 'cantúa gorda'. Las cocíamos, las cortábamos en rodajas y comían cuatro o cinco de una sola fuente pinchando con un palillo» explicaba.
En dicho relato recordaba que en los años 40 y 50 había en Málaga pesca en abundancia y que había tantas cigalas que las pequeñas no las quería nadie. Ellos tenían la ficha número 442 para comprar en la lonja, ya que entonces se controlaba mucho el acceso porque había muchos robos de trigo y grano, por la necesidad.
La taberna Alaska la abrió en 1953 cuando el bodeguero Juan García Mesa le ofreció vender sus mariscos en una esquina de la barra de su negocio. Él empezó llevando las gambas, las cigalas, las caracolas o los búsanos cocidos desde su casa, en una Vespa llena de canastas, y se pasaba las 24 horas del día pensando en el negocio.
La fama del establecimiento fue tan importante que llegaron a tener hasta 40 mesas siempre llenas y tres hombres sirviendo marisco en las mesas. En la labor de preparar el pescado le ayudaba su mujer, Encarnación Gómez.
Uno de sus nietos, Adrián Robles, recuerda con cariño a su abuelo, al que siempre tuvo por referente y les ha dejado el legado del trato al marisco. Desvela que Miguel se alegró mucho cuando decidieron reabrir la taberna. «Le dio una alegría inmensa cuando se lo dijimos y él nos ayudó mucho dándonos consejos y explicando cómo debíamos tratar el marisco», recuerda. «Esa es una de las claves del éxito de la marisquería», reconoce.
Juan Soto
Málaga
Miércoles, 4 de octubre 2023, 12:40