22/03/2022
La tradición de intercambiar anillos de compromiso con tu pareja como un primer paso hacia el matrimonio, es una costumbre que nos llega, como otras muchas, de los antiguos egipcios.
Este pueblo, tan adelantado en su época, pensaban que los círculos simbolizaban lo eterno, aquello que perdura para siempre. Por ello, las parejas casadas, intercambiaban anillos elaborados con cañas trenzadas. Se colocaban en el dedo anular izquierdo, porque pensaban que por él pasaba una vena que llegaba directa al corazón.
Años después, en el siglo II a. C., otro pueblo también muy adelantado para su época, los romanos, cambiaron la tradición de darle dinero a la novia o un objeto de valor, por la de intercambiar anillos de compromiso. En este caso, a diferencia de los egipcios, los romanos no tenían la intención de sellar la unión por los siglos de los siglos, sino para indicar propiedad. Judios y cristianos, recogieron esta costumbre romana y adoptaron la tradición del anillo de compromiso como parte de la ceremonia de matrimonio.
Gayo Plinio Segundo, conocido como Plinio el Viejo, fue un escritor que vivió en el año 23 d.C y que nos dejó un gran legado gracias al cual conocemos muchos de los usos y costumbres de la época. Plinio nos relata que el novio debía dar un anillo de oro a la novia, anillo que debía usar durante la ceremonia de compromiso y en acontecimientos especiales. Además, le daba un anillo de hierro que debía usar en casa, que indicaba el acuerdo legal entre ambos y la propiedad de la novia por parte de su esposo.
Pero, el boom de los anillos de compromiso con diamantes, sucedió cuando los occidentales descubrieron que las minas de Sudáfrica eran auténticos hervideros de diamantes. En 1870 Cecil Rhodes, un empresario y colonizador británico se estableció en Sudáfrica incorporándose a la explotación de algodón de su hermano, pero rápidamente vio negocio en los diamantes y, tras 20 años de negocios, se fusionó con otra empresa para fundar la Compañía Minera DeBeers junto con otros inversores, que llegó a controlar el 90% de la producción mundial de diamantes.
Y, el resto es historia, se ha hecho tan popular y común que, no basta con intercambiar anillos de matrimonio y, muchas mujeres guardan sus anillos de compromiso como un regalo muy especial que, termina pasando a sus descendientes.