
17/01/2025
🎉Hoy es día de San Antonio Abad, ¿sabes por qué una estación del metro lleva su nombre?
En un rincón bullicioso de la Ciudad de México, el templo de San Antonio Abad guarda un pasado que se entrelaza con las aguas del antiguo río Xóloc y el puente donde se tejieron los primeros encuentros entre dos mundos.
En tiempos prehispánicos, el río Xóloc era una enorme zanja con aguas caudalosas que corría de poniente a oriente, siguiendo lo que hoy es la Calzada de Chimalpopoca. Su corriente atravesaba la antigua calzada de Iztapalapa —hoy la unión entre la calzada de San Antonio Abad y la calle homónima— y continuaba su curso hasta perderse en la gran laguna del oriente. Fue en este escenario, cerca del puente de Xóloc, donde Motecuhzoma salió a recibir a Hernán Cortés en una ceremonia cargada de tensión y simbolismo, marcando el inicio del fin para Tenochtitlán.
Con la conquista, el puente y las aguas que cruzaban la calzada se transformaron en territorio de evangelización. En 1530, Alonso Sánchez, un vecino de la recién fundada Nueva España, solicitó al cabildo un terreno cercano al río para construir una ermita en honor a San Antonio Abad. Poco a poco, la zona comenzó a cambiar, dejando atrás su carácter lacustre.
En 1687, la modesta ermita dio paso a un templo mayor, acompañado de un hospital administrado por los Hermanos Hospitalarios de San Antonio. Este recinto no sólo era un lugar de culto, sino un refugio para quienes padecían enfermedades como la lepra, conocida entonces como “el mal de San Antonio”. El río Xóloc, que antaño fluía libre, ahora era testigo de procesiones, campanas y plegarias.
Con el tiempo, el río fue enterrado, las aguas desaparecieron y la calzada de San Antonio Abad se integró al crecimiento de la ciudad. Cuando en 1970 se inauguró la Línea 2 del Metro, una estación recibió el nombre del santo, perpetuando la memoria del templo y del puente cercano. Sin embargo, pocos recuerdan que esta área fue clave tanto para los mexicas como para los conquistadores, un lugar donde el pasado fluyó tan intenso como las aguas del Xóloc.
Hoy, el templo de San Antonio Abad se alza cerrado al culto, silencioso entre el bullicio de la urbe. A su alrededor, la avenida fluye con un ritmo implacable, como si quisiera borrar las memorias del río, del puente y de los encuentros que marcaron la historia de México. Sin embargo, para quienes buscan las huellas de lo que fue, el lugar sigue susurrando el eco de un pasado donde el agua y la fe definieron el destino de una ciudad.
📸 Tomada de la red