27/11/2022
LO QUE DICE LA GENTE
POR TOMÁS ZAPATA BOSCH
DON LUIS ZUBIETA BOJÓRQUEZ
¡CAMPECHANO DE EXCEPCIÓN!
La historia de vida de Don luis Zubieta, es fascinante y por lo tanto un ejemplo de trabajo y superacion academica y laboral; por lo que, con su permiso, me he permitido transcribirles algunas lineas que, ya sea en la entrevista que le hiciera, o en un manuscrito de su propio puño y letra al que he tenido acceso, para que las nuevas -y no tan nuevas- generaciones, entiendan que el trabajo y el estudio tienen sus recompensas y aunque se que ofreci hacerlo en dos entregas, esto me ha sido imposible por la gran cantidad de datos y anecdotas que recopilan solamente una pequeña parte de la historia de este campechano de excepcion. Por eso, en esta ocasión, les traigo una interesantisima segunda parte, relatada en primera persona, que seguramente les va a apasionar, como ha sucedido conmigo.
AUTOBUSES UNIDOS.- Continua Don Luis platicandonos sus vivencias: En “AU” fui gerente de operaciones, subgerente y director general, alternando con otras responsabilidades: presidente de la “Tapo” (Terminal de Autobuses de pasajeros de oriente), director de la inmobiliaria de la empresa, presidente de Autotransportes “Teziutecos”, director de la división II, director general adjunto del grupo, e integrante del Consejo de Administración. Sería muy aburrido narrar tantos años de gestión productiva, por lo que sólo bosquejaré algunas áreas de interés en las que participé con diferentes grados de injerencia, es decir, no siempre fui titular de la actividad en cuestión. El articular convenios con competidores, negociar revisiones con sindicatos, adquirir empresas, concertar con la autoridad una nueva ley, te da un “expertise” extra como negociador reconocido.
Recuerdo el caso de una empresa ajena a nosotros que, con cuatro meses de huelga, el sindicato cooptado por líderes universitarios de izquierda radical, repudió a los patrones y sus abogados. La Secretaría del Trabajo por medio de Don Manuel Gómez-Peralta Damirón, pidió a la Cámara de nuestra industria, que enviara un empresario que mediara para salvar las fuentes de empleo, por lo que el presidente de la Cámara Nacional del Autotransporte de Pasaje y Turismo (Canapat) me propuso y ADO otorgó su anuencia; sólo pedí tiza, pizarrón, una calculadora y que estuviera de oyente mi primogénito. Comenzamos a las 8 de la noche y culminamos hasta las 5 de la madrugada. Resultado: les bajé el sueldo y sin pagar salarios caídos, se levantó la huelga. La empresa me obsequió un “Rolex Cellini” y tres autobuses con sus concesiones, pero mi rectísimo y probo jefe sólo me autorizó quedarme con el reloj. Lo que no dijo ni al aire, ni en su escrito Don Luis, sino que le platico en persona a quien firma este articulo, es que de entrada, al llegar al sitio de la reunion, les dijo a los huelguistas que iba con instrucciones de “entregarles” la empresa: -“La empresa es de ustedes, Paguennosla como puedan y ahora mismo se firman los papeles” – Les dijo un firme Luis Zubieta a bocajarro, lo que los dejo -ahorasi- mas que estupefactos y anonadados, por no decir sorprendidos, porque nunca se esperaban esta propuesta. “ A ver Don señor” -le dijeron- no, asi no queremos. “Entonces vamos a ver que se puede hacer les dijo Don Luis” y armado con su “tiza” les desgloso en el pizarron como podian hacer rentable su empresa si dejaban de robar y cumplian ciertos lineamientos y todos salian ganando. Por eso, ni les aumento el sueldo, ni les pagaron salarios caidos, pero empezaron a trabajar y los “rojillos” se quedaron con un palmo de narices. ¡Que le parece el asunto? Ah, pero don Luis no es politico (al menos eso dice el) aunque indudablemete su honestidad y su carisma y entereza para resolver problemas y tratar a la gente de manera correcta, han sido parte elemental de la solucion de todos los problemas a que se enfrento a lo largo de su carrera empresarial.
LA CARRERA POLÍTICA QUE PUDO SER, PERO NO FUE.- Cuando el sistema político mexicano era conocido como la “dictadura perfecta”, el partido oficial repartía diputaciones y senadurías, por “rol”, alternando entre las organizaciones que formaban el andamiaje de la estructura gubernamental. A nuestra cámara industrial siempre le tocaba un diputado o senador, -a veces dos-, que se asignaban a uno de los cinco grandes grupos; nuestro apolítico director nunca le dio importancia al tema; además, los fundadores originales no nacieron en México, lo que explica nuestra actitud no muy cerca de la política. En una ocasión en que ya era yo directivo del grupo, se dijo en una junta especial de Consejo que nos correspondía tener un diputado federal. El director nos informó que iba a declinar esa representación, pues él pensaba que no teníamos “políticos” que aspiraran a aquella posición o que poseyeran los atributos de esa representación; sin embargo, si alguno quisiera, que lo externara, por lo que la mayoría de los consejeros manifestaron su inconformidad. Entonces, varios consejeros señalaron que yo tenía ¡los tamaños! para cubrir tal responsabilidad, a lo que él contestó que su deber era cuidar el patrimonio de los accionistas, que el capital humano valía más que los bienes materiales y que por mis características, no significaba prestarme parcialmente tres años de legislatura, sino que me perderían para siempre; dijo que a él no le pagaban por preparar funcionarios para alguna posición futura en el sureste mexicano. Mi apolítico jefe frustró algo que podría haber sido una gran carrera y no fue. (Nota del firmante: ¡que bueno! ¿o no?)
LAS PERVERSIDADES NUNCA FALTAN.- En 1975, mi compadre José Antonio Pérez Álvarez, me confió que su hermano “Seve” no podía regresar a México y que él debía irse a manejar las imprentas propiedad de su familia. Él era gerente general de Autobuses Unidos (AU), pero su padre era solo dueño de un 10% y en “Gráficas Peral” era dueño del 50%, así que me nombró subgerente general. En mi preparación hacia el relevo, sucedió que la empresa atravesaba por un “paro loco”, él hacía guardia y yo andaba en gestiones ante autoridades. Con sobrepeso y sedentario, se fue a jugar “squash” y falleció de un infarto fulminante.
Luego de las dolorosas exequias, Agustín me dijo: “no te preocupes, a ti te corresponde el puesto, solo hay que esperar la junta de Consejo”; pero, no previmos que la secretaria del finado, amafiada con el jefe de personal, el jefe de zona México y un gestor del Jurídico, se dedicaron a cabildear perversamente con los consejeros de la tercera edad, para desprestigiarme con difamaciones y calumnias, de manera que sólo votaron por mí, Agustín y los Loizaga. Ante esas circunstancias, trajeron a un jefe de zona de ADO para nombrarlo administrador general, el señor Antonio Mendoza García, quien trajo a don Luis Palmero y me invitaron a dirigir en un “triunvirato”, lo que no se materializó, pues ese viejo camionero, con oficio de taquillero y restaurantero, no recibía al sindicato activo, pero sí a una corriente insurgente; metió servicios violando convenios, que hasta nos ametrallaron carros en Acultzingo, nos cayó Aduanas por unas compras de refacciones irregulares y no recibió a la visita que se llevó el 100% de nuestros almacenes de refacciones. Ejercía gastos de representación ilimitados sin facturas, porque “asegun” así era su acuerdo con don “Seve”. Dirigía dando “palos de ciego”, lo que trascendió hasta la directiva y no duró ni un año al frente de AU. Entonces trajeron a un ex jefe de personal que se había ido a la secretaria de Hacienda, quien llegó con un equipo de “yuppies” de la “Ibero”, los cuales en tres años se acabaron la empresa. (Nota del firmante: aunque nunca se lo mencione, porque seguramente no le iba a agradar ecucharlo a Don Luis, esa fue la epoca en que se denominaba ladinamente a la empresa: “Ataudes Unidos”
Las pérdidas mensuales se descontaban de las ganancias de ADO, por lo que los socios ya querían hasta regalar la empresa para no pagar las pérdidas. El director general y el gerente revisaban todas las notas de mantenimiento, prohibiendo reparaciones, imagínense las condiciones del equipo, que salía tarde o no salía. El pasaje le aventaba monedas a los taquilleros, en mis inicios en este giro se decía que el transporte era un “árbol de tortillas a prueba de mensos”, entonces le agregué: “pero no de genios”, que hasta redactaban la enciclopedia respectiva. Jajajaja. Cuando llegó este novel equipo, renuncié, aunque no me dejaron ir, asignándome tres funciones simultáneas: director de la inmobiliaria, presidente de la “Tapo” y presidente de Autotransportes “Teziutecos”, con sede en Puebla, y me invitaron al Consejo para rendir cuentas de estos negocios. Se tuvo que liquidar la construcción de la “Tapo”, construir talleres y oficinas anexas, y aunque fui nombrado director general en “Teziutecos”, iba un día a la semana a Puebla. Fueron dos años y medio muy entretenidos.
TRABAJO MATA GRILLA.- Contra todo pronóstico, el día menos pensado fui citado de improviso a la dirección general del grupo para hacerme cargo de la quebrada “AU”; después de dos intentos fallidos, mi reacción dolida fue rechazarla. ¿Ya se la acabaron? ¡Pues búsquense otro zopenco!; pero bueno, Finalmente acepté el reto formidable: vencer o morir, ahora o nunca. Reingeniería y disrupción. Primero revisé la estructura de resultados para identificar oportunidades: ventas insuficientes, muy abajo del punto de equilibrio, robo a bordo depredatorio, gasto administrativo alto, oferta de servicio impuntual y cancelaciones; mantenimiento mínimo, autobuses sin puertas de motor, asientos amarrados del portabultos con alambres, interiores ahumados, decenas de camiones tirados en el camino: ¡el caos!, con ganas de llorar; oficinas de lujo y empleomanía, mucha tela de dónde cortar.
En las acciones de “cirugía mayor”, cerré el edificio administrativo y me mudé modestamente encima de los talleres, suprimí muchas funciones burocráticas, meti maquinas de faxes y cancelé llamadas de largas distancias; tercericé todos los ramales improductivos, suprimí un 20% de oferta de servicios, parando el equipo más antiguo; se montaron retenes de inspección, apoyados por socios, y con las primeras computadoras automatizamos la recaudación.
Los factores claves de éxito dependen del conductor: ventas, seguridad, consumo de diésel, cumplir rol, así que, si le pones una “zanahoria” a cada objetivo, no tienes que perseguir a cada colaborador. Convencido de que una cultura se puede mejorar con método, capacitamos a las diferentes áreas mediante “pasquines de caricaturas”, siendo Augusto -un coyote conductor- el instructor estrella.
Recuperamos la puntualidad y certeza del servicio, dejaron de haber autobuses tirados por el camino, por lo que en siete meses la empresa generó sus primeros dividendos positivos.
Fue abrumador el beneplácito, manifestado por decenas de socios complacidos con mi gestión y así me lo hizo sentir la directiva en una comida privada en el club de banqueros.
Estuve al frente de AU durante seis años, sorteando paros locos, libertad de rutas, devaluaciones, etc. y salimos adelante. Continuara…