Growing up in a Zapotec community, Noel learned the art of handcrafting wood and turkey bone tools from his father, and worked in the family farm planting corn, peaches, beans, and wheat. Since his early childhood, the ability of human memory to retain, store, and recall information fascinated the artist. Inspired by the lines, spots, and dots of “any object occupying a place in space,”Zapotecan g
lyphs, and the texture and color of the Sierra Juarez, Noel’s body of work attempts an aesthetic articulation of remembrance. In 2008, this exploration won Noel first place out of 271 submissions at the First National Graphic Arts Biennial Shinzaburo Takeda celebrated in Oaxaca, Mexico. His work now forms part of the IAGO, Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca permanent collection, and has traveled across some of Mexico’s most important museums as part of the National Biennial Shinzaburo Takeda. Los primeros zapotecas eran sedentarios, vivían en asentamientos agrícolas, adoraban un panteón de dioses encabezados por el dios de la lluvia, Cocijo -representado por un símbolo de la fertilidad que combinaba los símbolos de la tierra-jaguar y del cielo-serpiente, símbolos comunes en las culturas mesoamericanas. Los zapotecas adoraban a sus antepasados y, creyendo en un mundo paradisíaco, desarrollaron el culto a los mu***os. Ellos tenían un gran centro religioso en Mitla y una magnífica ciudad en Monte Albán, donde prosperó una civilización altamente desarrollada, posiblemente hace más de 2000 años. En el arte, la arquitectura, la escritura (jeroglíficos), las matemáticas, y la astrología (calendarios).