09/09/2024
DE CUANDO UN LUJOSO RESTAURANTE NEGÓ EL INGRESO A FRANCISCO TOLEDO
Por Gubidxa Guerrero
Deseo recrear la historia de cuando Meuxubi, en castellano Alacrán, y Guchaachi', Iguana en español, fueron rechazados de un restaurante en Ciudad de México y salieron bien librados.
Esta anécdota la ha referido el gran amigo Margarito Guerra, hombre bien relacionado y mejor apreciado por las principales familias zapotecas regadas por el mundo. Se la escuchó a Ta Andrés Henestrosa y se la confirmó Ta Chico Toledo; por tanto debe ser verídica, porque los tres son hombres de palabra.
Entraban a un restaurante lujoso dos de los más grandes personajes que ha dado la estirpe zapoteca en los cien años recientes. Deseaban conversar con una buena cerveza, aromático vino y deliciosa comida Andrés Henestrosa y Francisco Toledo, verdaderos genios; el uno de las letras y el otro de las artes plásticas.
Ta Andrés vestía elegante traje, llevaba fino bastón, como delicadísimo sombrero. Era, además, güero, como dicen en el Istmo a los de piel clara. Mexu en zapoteco. Hay quien afirma que tal palabra se deriva de Meuxubi, el Alacrán, amarillento como las personas de tez blanca. Quizás por ello se decía, y el maestro Henestrosa lo confirmaba, que su guenda, su nagual, su 'doble', era el Alacrán.
Ta Francisco vestía como suelen vestir los artistas plásticos: cómodamente, con ropa de algodón, ligera. Probablemente llevara el cabello desaliñado, tal vez su barba tendría varios días de crecida y su piel morena hiciera pensar en que no gozaba de poder adquisitivo. Su guenda era la Iguana obscura, como la piel del maestro Toledo; con su sigilo y su adaptabilidad. Alguien dijo que su 'doble' era, más bien, una serpiente hermosa, alada. Otros más afirmaron, porque él lo insinuó, que su nagual era Lagarto, totem poderoso entre los zapotecas. En todo caso, su guenda era un reptil.
"Al lugar no puede ingresar el señor, porque no viste apropiadamente", expresó el jefe de meseros, señalando al pintor, treinta y cuatro años más joven que su compinche.
Al maestro Henestrosa no se le puso objeción porque, además de ser de piel clara y vestir elegante traje, era bastante conocido y respetado en las altas esferas de la política mexicana, así como del arte y de la cultura. Lo mismo podía almorzar con un Senador de la República, que tomarse una cerveza con un gobernador, un ministro o algún artista de renombre mundial. Lo mismo comió con casi todos los expresidentes de la República, que se codeó y llevó a su región natal a Diego Rivera y Frida Kahlo.
Toledo, en cambio, era menos apreciado en México que en París o Nueva York. Se le honraba en museos y galerías de todo el mundo, pero se le confundía con algún "naco", "yope" o "indio", que para el imaginario ra***ta del mexicano promedio, son la misma cosa: pobre y de baja categoría. "La ignorancia de algunas personas...", dijera mi señor padre.
Ante la afrenta, Ta Andrés Henestrosa, que no toleraba la vejación a sus paisanos, hizo notar al empleado la discriminación. Después de breve intercambio de opiniones, llegó el propietario del establecimiento preguntando el motivo de la inconformidad, a lo que el maestro Henestrosa expresó: "Sucede que en este restaurante de segunda, no quieren admitir a un pintor de primera". El dueño, apenadísimo porque él sí conocía la identidad de los visitantes, los condujo hasta sus lugares y les brindó personalmente la atención.
El hecho se repitió varias veces en la vida de Francisco Toledo. Anécdotas similares vivió con otras personalidades, lo que significa que las burlas y ofensas no lo hicieron perder su sencillez. Tal como su amigo y paisano Henestrosa, Toledo vistió como quiso. Bien es sabido que las apariencias engañan. Poco a poco, el mundo fue conociendo su genialidad y en todo el planeta se le llegó a respetar.
Toledo, como Henestrosa; tanto la Iguana como el Alacrán fueron dos paisanos juchitecos viviendo el exilio voluntario, añorando el terruño al que siempre honraron como buenos binniguenda que fueron; como dignos hijos de los binnigula'sa', los antiguos zapotecas, quienes edificaron Monte Albán, Mitla y Guiengola, los que descienden de las fieras, de los peñascos y de las raíces de los árboles.
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*En memoria de Francisco Toledo en el quinto aniversario luctuoso.
**Para Na Cibeles Henestrosa, mi comadre Natalia y Gusibí, el Niño Rayo, con especial agradecimiento a mi amigo Ta Margarito Guerra.