DE LA PROTESTA A LA PROPUESTA
Dina repudiada en el norte, López Aliaga despreciado en el sur y la jauria mediática toda desquiciada debido a una ingenuidad diplómatica del inexperto nuevo canciller, Elmer Shialer, que pensó que la política internacional de un país soberano se podía definir sobre principios y no impuesta por fanatismos y seguidismos lacayunos.
Una pincelada del momento político que nos dice que el país vive una fuerte polarización social y política donde los extremos se tensan y los puntos medios desaparecen. Aquí hay que ser claro y tajante, frente al bloque hegemónico corrupto y delincuencial de la derecha neoliberal enquistada en Lima se necesita enarbolar un programa nacional, democrático y popular de ruptura radical con las políticas neoliberales y conductas delincuenciales de los que hoy detentan todo el poder.
Desde la protesta ciudadana se puede forjar una nueva mayoría política y social. Existen condiciones objetivas para lograr que el descontento social que recorre todo el país sea la base para construir una alternativa de gobierno; solo hace falta voluntad política, un nuevo liderazgo y convicción en las ideas.
La protesta contra los continuos desmadres del gobierno de Dina y la actitud despótica del congreso es importante y hay que impulsarla, pero lo esencial es conseguir que esta protesta tenga una propuesta de país para cambiar décadas de ignominia y desprecio contra el pueblo, terminar con la impunidad de los poderosos y llevar ante la justicia a los responsables de los viles crímenes y actos de corrupción que manchan la honra de nuestro país.
Basta de exigir y mendigar un poquito de justicia. Es hora de decidir y construir el nuevo poder popular desde el pueblo, con el pueblo y para el pueblo.
LA DESPEDIDA DE AMLO
Es muy prematuro hacer un balance histórico del gobierno dirigido por el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, pero lo cierto es que AMLO pasará a la historia como el mejor presidente que tuvo México en los tiempos modernos, un político de firmes convicciones, honesto y respetado por su pueblo y que acabó con el nefasto bipartidismo continuista. AMLO será recordado como el estadista que sentó los cimientos para construir un país mejor, con menos pobreza, menor desigualdad y mayores y mejores posibilidades para que los mexicanos puedan tener una vida digna de bienestar y felicidad. Un gobierno tiene valor real cuando dignifica a su pueblo y ese pueblo siente que su calidad de vida ha mejorado y vive en una sociedad más justa y democrática. La dimensión histórica de AMLO radica en que dió sentido, contenido y orientación política a esa voluntad transformadora que existe en el pueblo mexicano, porque como decía el viejo Marx, "Toda la historia no es otra cosa que la transformación continua de la naturaleza humana y la hacen los pueblos".
¡BARBARIE SIONISTA!
Otro crimen deleznable cometido por Israel, otro asesinato impune, otra matanza cruel, otra barbarie sionista perpetrada contra los hombres de prensa que se han convertido en un objetivo militar del genocidio israelí en Gaza. Se dice que en toda guerra la verdad es la primera víctima, pero en Gaza la barbarie israelí ha alcanzado cuotas inimaginables y ha convertido a los periodistas palestinos -hombres y mujeres que exponen su vida para que el mundo conozca la verdad- en sus primeras víctimas.
Informe de la televisión alemana sobre lo sucedido en Lima el pasado sábado 28 de enero
Andrés Manuel López Obrador, Presidente de México, y su visión sobre lo que significa ser un gobierno de izquierda: "El noble oficio de la política exige autenticidad y definiciones. Ser de izquierda es anclarnos en nuestros ideales y principios, no desdibujarnos. Si somos auténticos, si hablamos con la verdad, si nos pronunciamos por los pobres y la justicia, mantendremos identidad".
LA REVOLUCIÓN DEL VOTO
A la derecha latinoamericana no les gustan las elecciones; cuánto más democrática son unas elecciones, más reniegan del voto popular. Hasta no hace mucho para la derecha las elecciones eran un simple formulismo donde miembros de una misma familia política disputaban el control del gobierno, pero esto ha ido cambiando con la irrupción del movimiento popular en la escena política legal que lentamente ha ido nivelando las condiciones de disputa electoral y ampliando los espacios democráticos y las libertades públicas. El poder político de la derecha se basa en el control absoluto que tienen sobre la economía, en la hegemonía que mantienen en los aparatos ideológicos y en el miedo al cambio lo que le otorgaba a la derecha una supremacia y ventaja total durante las campañas electorales, mientras que el poder del movimiento popular radica en las ideas y propuestas de cambio que -como bien advertía el viejo Marx- cuando se apoderan de las mentes de la gente se convierte en una poderosa fuerza material. La derecha tiene miedo a las elecciones porque nunca aprendieron a perder y cuando perdían tocaban los cuarteles y hoy gritan fraude. La derecha teme a la democracia porque viven con un complejo de inferioridad, son subsidiarios de la europa monárquica de reyes y princesas donde alaban la reelección indefinida de Merkel, Macrón, Sánchez o Johnson pero aborrecen a la democracia plebeya y la posibilidad que un Evo, Ortega o Maduro postule a la reelección.
LA REVOLUCIÓN DEL VOTO
A la derecha latinoamericana no les gusta las elecciones; cuánto más democrática son unas elecciones, más reniegan del voto popular. Hasta no hace mucho para la derecha las elecciones eran un simple formulismo donde miembros de una misma familia política disputaban el control del gobierno, pero esto ha ido cambiando con la irrupción del movimiento popular en la escena política legal que lentamente ha ido nivelando las condiciones de disputa electoral y ampliando los espacios democráticos y las libertades públicas. El poder político de la derecha se basa en el control absoluto que tienen sobre la economía, en la hegemonía que mantienen en los aparatos ideológicos y en el miedo al cambio lo que le otorgaba a la derecha una supremacia y ventaja total durante las campañas electorales, mientras que el poder del movimiento popular radica en las ideas y propuestas de cambio que -como bien advertía el viejo Marx- cuando se apoderan de las mentes de la gente se convierte en una poderosa fuerza material. La derecha tiene miedo a las elecciones porque nunca aceptaron la posibilidad que el voto ciudadano valiera igual y nunca aprendieron a perder y cuando perdían tocaban los cuarteles y hoy gritan fraude. La derecha teme a la democracia porque viven con un complejo de inferioridad, son subsidiarios de la europa monárquica de reyes y princesas donde alaban la reelección indefinida de Merkel, Macrón, Sánchez o Jonhson pero aborrecen a la democracia plebeya y la posibilidad que un Evo, Ortega o Maduro postule a la reelección.