04/06/2024
Ronaldinho está preso. Los pasaportes que le dieron para entrar al Paraguay son truchos. “Es un error de tu hermano”, le dijeron. “No, no. Él es mi representante. Si falla él, fallamos los dos”. Entonces por orden del juez, debe guardar su sonrisa en un centro penitenciario de Asunción. Ahí está Dinho, en la Agrupación Especializada, conviviendo con políticos corruptos, con policías criminales y narcotraficantes. “¿Qué hace Dinho, acá?”, se preguntaban los reos. Era más fácil creer en la caída de un asteroide, que la de semejante estrella. Los ídolos del Paraguay apenas impacta la noticia van a saludarlo. Pipino Cuevas, Gamarra, Delgado. Le llevan comida, colchones, ropa, una tele de 32, un ventilador, hasta un aire acondicionado. Su hermano Roberto, que también quedó recluido, agradece el gesto. Pero Dinho está triste. Duerme cada vez menos. Se despierta a las 6 de la mañana, desayuna cocido con galletas, y pasa sus tardes deprimido, caminando por el predio de 14 hectáreas.
Son los primeros días de marzo del 2020, y se está jugando la final del torneo de internos. Pero Dinho prefiere mirar desde lejos... Apenas si se saca una foto con el trofeo, a pedido de sus nuevos compañeros. Pasan los dias, y en cada caminata que hace, Dinho relojea la cancha cada vez más de cerca. Entonces el oficial Blas Daniel Vera se le acerca y lo invita a jugar. El brasileño le dice que no un par de veces. Pero a la tercera Dinho acepta porque se dio cuenta que ella lo estaba esperando. Entonces, salta a la cancha, y empieza a bailar capoeira. Cuando él tocaba la pelota, todos recuperaban la libertad. Según dicen, al fútbol se juega con los pies, sin embargo Ronaldinho besaba la pelota con todo su cuerpo. Desde ese día, no pasó un día, en sus 30 días de reclusión, sin jugar a la pelota. Se sumará a picados informales, al fútbol voley, al voley playa. Hasta se dijo por ahi que ganó el único trofeo que le faltaba: la Copa lechón, un cerdo de 16 kilos de premio, gracias a sus 6 goles y 5 asistencias. Aunque no existen demasiados registros, porque estaba prohibido grabar.
En ese mes, le festejaron sus 40 años, los policías perdieron la rigurosidad de sus rostros, los presos se olvidaron de sus pasados y los niños que hacían guardia en la puerta, pedían a gritos ser encerrados. Hasta que un domingo lo consiguieron. 50 de esos niños lograron el permiso para conocer a su ídolo. Y se fueron felices con las pelotas que él les había autografiado. Cuando Dinho obtuvo la autorización del juez para cumplir la domiciliaria en un hotel, regaló remeras y decenas de pares de botines a todos los reclusos de su pabellón. Algo nervioso, se dirigió a firmar los papeles a una oficina conocida como la ayudantía. Blas, el guardia que lo había cuidado durante esos 30 días se le acercó y le estrechó la mano. Lo miró con ternura. Y juntos posaron para la foto. La última foto de Ronaldinho preso.
Lo quisieron encerrar. Y él les enseñó a todos la libertad.
Adrián Michelena ✍️