13/01/2024
𝐀𝐋𝐐𝐔𝐈𝐌𝐈𝐀
𝑳𝑨𝑺 7 𝑹𝑬𝑮𝑳𝑨𝑺 𝑫𝑬𝑳 𝑷𝑨𝑹𝑨𝑪𝑬𝑳𝑺𝑶
𝐏𝐀𝐑𝐀𝐂𝐄𝐋𝐒𝐎: 𝐅ue considerado uno de los más grandes alquimistas de la historia, sus enseñanzas místicas siguen siendo de gran utilidad para todo aquel que se inicie en este arte.
Él, tenía un reglamente con el que, según, cualquier hombre podía tener una vida plena, y a continuación lo conocerán.
1–Lo primero es mejorar la salud.
Para ello hay que respirar con la mayor frecuencia posible, honda y rítmica, llenando bien los pulmones, al aire libre o asomado a una ventana.
Beber diariamente en pequeños sorbos, dos litros de agua, comer muchas frutas, masticar los alimentos del modo más perfecto posible, evitar el alcohol, el tabaco y las medicinas, a menos que estuvieras por alguna causa grave sometido a un tratamiento. Bañarte diariamente, es un habito que debes a tu propia dignidad.
2– Desterrar absolutamente de tu ánimo, por más motivos que existan, toda idea de pesimismo, rencor, odio, tedio, tristeza, venganza y pobreza.
Huir como de la peste de toda ocasión de tratar a personas maldicientes, viciosas, ruines, murmuradoras, indolentes, chismosas, vanidosas o vulgares e inferiores por natural bajeza de entendimiento o por tópicos sensualistas que forman la base de sus discursos u ocupaciones.
La observancia de esta regla es de importancia decisiva: se trata de cambiar la espiritual contextura de tu alma. Es el único medio de cambiar tu destino, pues este depende de nuestros actos y pensamientos. El azar no existe.
3– Haz todo el bien posible.
Auxilia a todo desgraciado siempre que puedas, pero jamás tengas debilidades por ninguna persona.
Debes cuidar tus propias energías y huir de todo sentimentalismo.
4– Hay que olvidar toda ofensa, mas aún:
𝐄sfuérzate por pensar bien del mayor enemigo. Tu alma es un templo que no debe ser jamás profanado por el odio.
Todos los grandes seres se han dejado guiar por esa suave voz interior, pero no te hablara así de pronto, tienes que prepararte por un tiempo; destruir las superpuestas capas de viejos hábitos, pensamientos y errores que pesan sobre tu espíritu, que es divino y perfecto en sí.